¿Recuerdas que hace hoy exactamente... 10 años que sobreviví a un accidente? Desde entonces nunca he querido volver a hablar de ello, aunque no ha pasado ni un sólo día sin que mi corazón no haya evocado un recuerdo particular de aquellos vertiginosos momentos.
Presta atención antes de juzgarme por lo de hoy, sólo así me comprenderás.
Poco antes de perder el conocimiento se me apareció un ángel... Una mujer hermosísima, o al menos tal la rememoro, pese a que su rostro apenas se distinguía entre la oscuridad. Me apretó la mano y se acercó para mirarme... Y aquellos ojos... como si brillaran desprendiendo sosiego en medio de la tragedia... como si me penetraran hasta lo más hondo del alma... como si en aquel último instante, pues creí que nunca saldría de aquello, comprendiera el sentido de mi vida...
Te aseguro que no he vuelto a olvidar aquellos ojos. Aún sigo creyendo que aquella mujer y todo lo que ocurrió después no forman sino un episodio más de mi naturaleza proclive a la ensoñación, pero sólo recobrar la imagen de aquel ángel mirándome a los ojos y apretándome la mano, basta para disipar cuanta amargura y desolación lastran mi espíritu cuando revienen las pesadillas.
¿Quieres saber cómo me sentí? ¿Recuerdas el desenlace del ballet "El lago de los cisnes"? El enamorado príncipe ha seguido al cisne negro hasta el lago, seducido por su belleza. El cisne negro encarna a una malvada bruja que ha hechizado al infortunado para que se adentre al oscuro bosque, donde planea golpearle con su venganza. Vulnerable e indefenso, el noble corazón cae al lago y comienza a hundirse en sus tranquilas y traicioneras aguas. Entonces aparece el cisne blanco, una princesa en tal forma condenada, cuyo propio hechizo sólo puede quebrar a través del inmenso amor que le liga al príncipe. El cisne blanco se enfrenta al negro en un combate entre el bien y el mal, del que sale victorioso. Entonces, a los dulces arrullos del arpa de la melodía, rescata al príncipe del fondo del lago.
En aquellos momentos yo me sentía descender inerme a los oscuros abismos del lago, y aquella mujer, como aquel cisne blanco prodigioso, me rescató de un final seguro. Luego despareció... Nadie ha sabido darme referencias de ella. Ignoro quién fue, ignoro si quiera si fue real o celestial, o fruto de la conmoción... Sólo sé que antes de partir me dijo que sobreviviría a aquello, y que nos volveríamos a ver pasados 10 años exactamente. Y me citó en un lugar...
Tiempo después, ya totalmente recobrado, me casé con mi enfermera. Ella lo es todo para mi y sin ella no habría llegado hasta aquí.
Sin embargo, aún me abrasa el rescoldo que luce en el fondo de mi corazón, repitiéndome día tras día, durante 10 años, un lugar... Un lugar extraordinario... ¿Debo acudir a la cita? ¿Y si sólo fue un sueño? ¿Voy a dar la vuelta a la Tierra para citarme con una mujer de ojos enigmáticos y enloquecedores? ¿Y mi esposa?
Llevo varias noches sin conciliar el sueño, debatiéndome ahora en viajar a su encuentro, ahora en olvidarlo todo. Pero no quiero olvidar nada. Daría la vida por volver a ver aquella mirada una vez más.
Mi mujer ha facilitado las cosas. Le ha surgido un asunto familiar y habrá de ausentarse una semana de la ciudad. ¿Y yo mientras?
Llevo viajando casi 24 horas, y el cansancio me consume. Un vuelo de casi doce horas hasta una ciudad superpoblada. Luego un autobús decrépito durante media jornada hasta una ciudad un poco más pequeña, y desde allí, ya de noche, un taxi local que se deshace en cada bache, hasta una aldea remota, que se alza como una lágrima en la mejilla de una alta montaña.
He llegado a ese lugar, aguardo en la habitación de la casa de unos granjeros, justo donde ella me citó hace 10 años exactamente... Acabo de escuchar una voz entre las finas paredes de madera... ¡No lo soñé! ¡Ella fue real y se encuentra a tan sólo unos pasos de mi! Siento que el corazón se me sale del pecho... Siento que el destino me arrastra como una hoja de árbol en el torrente de una tempestad... Ya no hay marcha atrás... Unos pasos sobre el inestable piso de madera, ya cruje el marco de la puerta...
Amigo mío, me siento incapaz de relatar tanta felicidad. Hoy es el día más increíble de mi vida. Mi ángel ha vuelto, me aprieta la mano como en aquella ocasión y me besa con tanta pasión como emoción, como si se nos fuera a terminar el tiempo... La reconozco tan hermosa como entonces, en medio de la oscuridad, con su hechicera mirada rescatándome del abismo.
Al fin y al cabo, me confiesa, sólo dispone de una semana... Una semana de ausencia de su ciudad, que llevaba planificando durante 10 años, para encontrarse en las antípodas del mundo conmigo. Ahora comprendo ciertos asuntos familiares...
Un abrazo
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