domingo, 5 de diciembre de 2010

Entrevista de trabajo

Querido amigo:

El hombre tomó asiento en frente del entrevistador, intentando aparentar calma. El entrevistador levantó la mirada del currículum y se quedó mirando fijamente al candidato. Un tipo de edad imprecisa entre los treinta y los cuarenta, bien vestido, de aspecto saludable...

Según he deducido de su currículum, es usted una eminencia en matemáticas... Concretamente en estadística. ¿Me permitiría conocer por qué razón le interesa este trabajo?

El hombre se puso serio para contestar: Es una historia un poco larga de contar. El entrevistador calló, por lo que el candidato al puesto comprendió que se le invitaba a explicarse largamente.

Cuando terminé Matemáticas, me consagré a mi tesis doctoral. Se trataba de un proyecto innovador, un programa estadístico que pretendía resolver complejos algoritmos, con infinitas aplicaciones en todos los ámbitos de la ciencia... Durante tres años malviví de beca en beca, trabajando incluso fines de semana, para sacar adelante la tesis... pero una semana antes de presentarla, una revista de Estadística de prestigio internacional publicó un artículo con conclusiones similares a las mías...

El entrevistador le ofreció un chicle, pero el matemático rehusó con un gesto de la mano.

Hube de romper el trabajo de tres años. Existía una remota probabilidad de que a alguien se le hubiera ocurrido un proyecto semejante, pero un autodidacta de un instituto de la selva amazónica preside hoy una consultoría informática de renombre con sedes en los cinco continentes... Se me adelantó una semana con su artículo.

¿Qué hizo, entonces? indagó el entrevistador, rascándose una oreja con pésimo disimulo.

Me encontraba en una encrucijada. Buscar otra tesis doctoral que me abriera las puertas académicas o trabajar en la empresa privada. Opté por opositar. Llegué al último ejercicio, un examen oral que no me suponía ningún obstáculo para aprobar, ya que dominaba la materia sobradamente. Sin embargo,... El matemático apretó los puños con rabia.

... el día del examen apenas pude levantarme por una lumbalgia. No pude presentarme y perdí la plaza. Nunca antes había padecido lumbalgia, y nunca después la he vuelto a sufrir.

El entrevistador le acercó un pañuelo de papel, que el matemático agradeció. Las pupilas de los ojos le temblaban como dos estrellas rutilantes.

En resumen, que había perdido otro año. Pensé en volver a opositar, pero al año siguiente no convocaron plazas, por lo que envié mi currículum a varias empresas, entre ellas la multinacional que había fundado el matemático aficionado que se me había adelantado una semana en publicar su artículo.

¿Y? el entrevistador le observaba por encima de las lentes de las gafas de cerca.

Acudí a las entrevistas con una copia de mi malograda tésis doctoral. Quedaron impresionados y me ofrecieron la dirección de su oficina en Europa. Sólo que...

¿Qué? el entrevistador le tendió otro pañuelo de papel. El estadístico se limpió los ojos y, repuesto, prosiguió. He trabajado tres años en una tésis sobre Estadística. Sé que las probabilidades pueden acotarse. Sé que ... que había una probabilidad entre millones de que dejara encinta a una mujer que se me cruzó una noche en un bar de copas...

No siga- rogó el entrevistador, conmovido por tales desventuras-. Escuche, si lo desea puede empezar a trabajar ahora mismo. El puesto es suyo. No todo le iba a salir mal en la vida ¿verdad?

El estadístico suspiró aliviado. Un empleo, por fin...

Al cabo de una semana, se olvidó de cerrar la llave del gas al despedirse y la hamburguesería saltó por los aires porque, no se sabe cómo, la rejjilla de ventilación estaba obturada por una errante servilleta de papel. El matemático ha vuelto a buscar empleo...

Un abrazo

2 comentarios:

Una astrofísica por el mundo dijo...

y yo que bromeo con que mi próximo puesto de trabajo será en un McDonals... tendré cuidado con la llave del gas :-(

El diario de Doris dijo...

qué bueno, éste es muy bueno, el pobre víctima de su gran pasion: la estadística, me gusta mucho eso de que existía una remota posibilidad de que alguien estudiara sobre lo mismo, la lumbalgia, que había una probabilidad entre millones de... Tu texto tiene un tono absurdo no muy común en tus pequeños relatos, te animo a que explores esa vía.

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