Querido amigo:
Como cada noche se acostaron en la misma cama. El peso de la jornada los empujó al sueño apenas cerraron los ojos.
Él se sumergió en un pantano de frías aguas, mientras que ella penetró en el Edén, bajo un sol resplandeciente. Él luchaba por respirar en medio de una lóbrega penumbra, mientras que ella gozaba del perfume embriagador del paraíso. Él no oye nada, mientras que ella se deja arrullar por cánticos celestiales. Él cede a la fuerza de la corriente que le arrastra, mientras que ella busca una sombra para guarecerse del sol ardiente. Él acostumbra la vista al medio acuoso, mientras que ella se deslumbra con tanta luminosidad. Él nada en busca de la luz, mientras que ella mataría por un sorbico de agua. Él asume las desdichas que yacen en el lodoso fondo del pantano, mientras que ella aborrece la perfección que la rodea. Él pierde el miedo a la oscuridad, al silencio y a la muerte, mientras que ella teme topar con el árbol de la Sabiduría, con la serpiente y la manzana. Él distingue una luz arriba en la superficie, mientras que ella descubre un lago de cristalinos e hirientes reflejos. Él remonta flotando hacia el aire, hacia la luz, mientras que ella se arrastra, desfalleciendo de sed, hacia las aguas del estanque. Él emerge... Ella se zambulle... Ambos se encuentran en la superficie del lago. Él aspira hondamente, mientras que ella saborea el frescor del agua que apaga su sed.
Ambos despiertan, unidos los labios en un beso de ensueño, inconsciente y casual.
El sol atraviesa la lluvia antes de inundar la alcoba matrimonial con un arco iris de seda. Sin embargo, los siete destellos de agua y luz quedan pronto bajo el tupido manto de la rutina.
Una ducha, vestirse, ... tic tac, tic tac, el reloj amenaza con su terrible guadaña... Y después del primer sorbo de café, sus miradas se cruzan... Él sonríe mientras que ella resopla resignada. Él afirma haber recobrado fuerzas, mientras que ella recuerda vagamente una pesadilla.
Sólo cuando se besan para despedirse en el portal, sólo cuando se despegaron sus labios, él sintió que la lluvia le empapaba el traje, mientras que ella buscó con presteza sus gafas tintadas porque el sol le molestaba en los ojos.
Un abrazo
domingo, 16 de enero de 2011
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1 comentarios:
y se separan para volver a encontrarse extraños como cada noche...
Esta vez me has dejado sin palabras... buscando el arcoiris detrás de mi pequeña lluvia personal.
Abrazos
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