domingo, 6 de febrero de 2011

Sombra

Querido amigo:

Aquí estás otra vez, sombra, para recordarme quién soy y quién podía haber sido. De dónde vine y adonde he llegado... Tú, sombra, que oscureces los muros, el piso por donde acierto a pasar, pisándome siempre los talones. Tú, sombra, me perteneces y careces de sentido sin mí, porque si yo no absorbiera la luz, tú no existirías. Perfilas mi silueta sobre toda superficie, réplica distorsionada de mí, sombra; procedes de mi y, no obstante, representas lo que no soy. Moras, sombra, donde no puede alcanzar la luz ¡la luz! ¡la luz! ¡la vida!

Aquí estás otra vez, silenciosa e imperturbable, sombra, caricatura de mi desconcierto, mientras contemplo a una pareja con un carrito de bebé que desaparece por la esquina más próxima.

Recuerdo la primera vez que retuviste mi atención, sombra. Aquella carrera de fin de curso que parecía perdida de antemano y, ahí donde se cruzan los haces luminosos de dos focos, apareciste deslizándote veloz por la pista, fugaz y precisa como una saeta... Apreté los puños con todas mis fuerzas, decidido a alcanzarte al coste que fuera, rebasando a todos mis compañeros hasta caer desfallecido tras haber cruzado el primero la línea de meta. Tumbado en la pista, jadeante y exhausto, te abracé sobre la rugosidad del pavimento. ¡Eras mía, al fin, sombra!

Al curso siguiente me cambiaron de clase. ¿Por qué? ¿Y mis amigos?

Nueva clase, nuevos compañeros, nuevos profesores... Apenas coincidían mis nuevos horarios con los de los antiguos camaradas... ¿qué habrá sido de ellos? Años más tarde, concluido el bachillerato y con un pie en la universidad, mi tutor evocó aquella carrera de fin de curso... Usted y sus imbricados razonamientos, siempre en Babia, un caso perdido, con sus absurdas preguntas... -me confesaba el tutor-. Sin embargo, al verle luchar en aquella carrera, adelantando a todos y romper el primero la cinta de meta... reconsideramos su futuro y optamos por incluirle en la clase de los listos.

¡En la clase de los listos! ¿Has oído, sombra? Y yo que me consideraba el más tonto de todos en mi nueva clase... Yo pertenecía a la clase de los "tontos", y por perseguirte a ti, sombra, me colaron en la clase de los "listos" ¡Qué ironía! Tantas horas a la sombra de las calificaciones de mis nuevos compañeros, los listos, sin ver la luz hasta el día en que abandoné aquel instituto para ingresar en la universidad.

Nuevos estudios, nuevos compañeros, nuevos "listos" y yo, con mi mala memoria, siempre fantaseando con el mundo de los "tontos". Fantaseando iba, deslumbrado por la luz del sol, cuando un automóvil me arrolló en un semáforo... Y otra vez tú, sombra, siempre a mi lado, durante aquellas horas, días, semanas, de nebulosa, tú siempre a mi lado. Soñaba entonces con una poderosa luz, intensa y vital, que me traspasaba las entrañas... Pero sombra, tú me recordabas que yo podía haber acabado en la clase de los "tontos" y, sin embargo, me bañaba en un océano de luz...

¡Vas a vivir! ¡Tú vivirás! Clamó una voz detrás de las luces... Torné en torno a mi para buscarte, sombra, y no encontré sino las sábanas de una cama de hospital.

Vivo.

Han pasado los años, lejos quedan los desvelos universitarios. Sigo haciendo las mismas preguntas absurdas que desesperaban a mi tutor del instituto. Sigo desconcertando a quienes me rodean en mis clases, mis investigaciones y mis conferencias... Sigo confundiéndome entre los "listos", y añorando a mis compañeros de la clase de los "tontos", a quienes no he vuelto a ver.

Supe que algunos habían caído en la tela de las drogas, oscura tarántula que inocula sueños imposibles en la sangre de los inocentes. Otros se abrazaron a una farola, dando vueltas en el tiovivo de la incomprensión... Otros contemplan el sol a través de unos barrotes, y unos pocos ya no volverán a contemplarlo jamás.

Y hoy, que vengo de despedirme de uno de estos últimos, me topo con el más listo de la clase de los "listos", que me ha sonreído con aquella superioridad arrogante que lucía ya en las aulas del instituto. Muy ufano me ha presentado a su esposa y a su recién nacido, me ha puesto al día de sus éxitos profesionales y me ha estrechado la mano como si yo también perteneciera a la clase de los "listos". Me ha estrechado la misma mano que aún conservaba húmeda con las lágrimas de la madre del "tonto" pasado a mejor vida.

Y ahora contemplo a la alegre pareja, empujando el carrito de su bebé, doblando la esquina. La luz del sol me calienta el rostro helado, y detrás de mí, como siempre, ahí estás tú, sombra, para recordarme que podía haber sido yo a quien entregaran hoy a la tierra, quien se debatiera ante la tarántula morfínea detrás de unos barrotes de acero... Y, en cierto modo, sombra, algo de mi da vueltas en una farola de incomprensión.

Ahí estás otra vez, sombra, recordándome que me ilumina la luz del sol, retándome a atraparte de nuevo...

Un abrazo

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Nosotros mismos y nuestra sombra, somos los únicos compañeros que tenemos en la vida. Los listos y los tontos, van y vienen también con los suyos.

Un beso, Javi.

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