domingo, 18 de enero de 2015

El premio

Querido amigo:

A la desesperada, un joven aceptó una oferta de trabajo en un país remoto, que ni siquiera hubiera sabido ubicar en el atlas. Llevaba tanto tiempo desempleado, que poco a poco había ido rebajando sus expectativas, acuciado por la ansiedad y las deudas que se le acumulaban.

No cobraría mucho de entrada, pero el contratante le prometía jugosos aumentos al cabo de seis meses. De forma que, aquel 1 de enero se embarcó rumbo a una ciudad ignota en el corazón de un país ignoto.

Ni en sus peores pesadillas hubiera esperado encontrarse lo que se encontró allí. Hubo de conquistar el primer impulso de abordar el próximo vuelo de regreso, recordando a la familia que allí le aguardaba con sus apuros financieros. No podía fallarles en aquellos momentos. Así fue como se halló, de un día para otro, viviendo en un mundo ajeno a todo cuanto hasta entonces había conocido.

Nadie de su familia supo jamás las calamidades que hubo de soportar durante aquellos interminables meses, Nunca supieron que unas fiebres estuvieron a punto de llevárselo por delante, que donde mejor pudo instalarse rebosaba de insectos, que padeció hambre y sed ante la escasez de alimentos que castigaba al país, que a diario había de recorrer largas distancias bajo un tórrido sol hasta su lugar de trabajo, ni que fue testigo de una miseria terrible.

Nunca supieron que que le habían robado varias veces, ni que hasta le secuestraron para liberarle después de haber pagado su propio rescate, No llegó a entender por qué alguien allí anhelaba dinero, pues no importaba cuánto se poseyera, ya que no había qué adquirir con él, ni tan siquiera los productos más básicos.

Por el contrario, tampoco supieron que la bondad de algunas personas de aquel país se volcó con él mientras deliraba sin fuerzas en su catre, que en su trabajo ayudó a muchos nativos a acceder a alimentos y cuidados médicos, que estos le integraron no como a uno más, sino como a un hermano, que las experiencias allí vividas no se le borrarían jamás del alma, ni que allí descubrió el significado del amor por la vida,

Ambos relatos, los buenos y los malos, formaban las dos caras de una misma moneda, y eran indisociables entre sí. De haber contado sólo los bellos recuerdos, hubieran descubierto también los enormes sacrificios a los que se vió forzado.

No, más valía regresar con una sonrisa, reflejo de un alma engrandecida, y retratar un paraíso terrenal de exuberantes paisajes, de pequeños lujos y magníficas aventuras. En su familia recibieron con tanta alegría aquellos relatos fabulosos como el generoso salario recibido.

Al poco de regresar a su patria, al abrir el cajón de su mesilla de noche se deslizó un décimo de lotería de Navidad. Más tarde comprobaría que había sido premiado, pero que habían transcurrido los tres meses de plazo para cobrarlo.

Pensó que, de haberlo descubierto antes, habríase ahorrado aquel viaje a aquel país remoto, desconocido y mísero, que no habría tenido que jugarse la vida; pero que tampoco habría experimentado la grandeza del espíritu humano, ni se hubiera descubierto a sí mismo.

Tampoco refirió a nadie cómo, con una sonrisa verdadera, rasgó en pedazos el décimo caducado, para dedicarse, de ahí en adelante, a vivir la vida.

Un abrazo

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