domingo, 26 de diciembre de 2010

Cuento Belchitano

Querido amigo:

Otrora perla del barroco aragonés, los hermosos escombros de Belchite habían sido abandonados al demoledor arbitrio del cierzo. Un pueblo nuevo se construyó junto a las ruinas para dar mal cobijo a los despojos de la batalla, mas el nuevo Belchite no fue jamás ni la sombra de lo que había llegado a ser el viejo. La memoria histórica no perdonaba a los pueblos cuya desgracia no fuera inmortalizada por algún cuadro de Picasso. Poco a poco, la Leal, Noble y Heróica Villa iba quedando atrapada bajo la telaraña del olvido.

Las raíces del dramaturgo se enterraban en Belchite, por lo que su sensibilidad se deshacía de nostalgia a medida que sus calles se iban despoblando. Por ello, al poco de recibir el premio, el dramaturgo retornó a su amado pueblo para cumplir un sueño largamente anhelado. Desde niño había imaginado restaurar el antiguo cine que se alzaba, ya mudo y ciego, en un lado de la plaza del pueblo nuevo.

Invirtió toda la dotación del premio en la tarea. Los pocos que aún sobrevivían en Belchite aunaron sus esfuerzos para ayudarle a revivir la ilusión de aquel cine olvidado. Tras unos meses de duro esfuerzo, las puertas del patio de butacas se franquearon de nuevo al público local; si bien de cine habíase mudado en teatro, y sus carteles anunciaban un nuevo estreno del dramaturgo de la tierra.

Tratándose de Belchite, la obra había de ser un drama y los actores, gentes del pueblo. El autor rehusó ensayar con profesionales, todo debía hacerse en Belchite, por y para los belchitanos.

La obra cosechó encendidos aplausos de la crítica y pronto se recibieron solicitudes de compañías importantísimas que deseaban adquirir los derechos para interpretar el drama en los mejores teatros de Madrid, Barcelona, París, Londres... Zaragoza. El dramaturgo declinó toda oferta. No le motivaba el dinero, sólo el afán de devolver a Belchite el esplendor perdido. Quien quisiera ver representadas las obras, habría de pasar forzosamente por Belchite.

Ofendidas, las "autoridades culturales" presionaron al dramaturgo bajo amenaza de clausurar el teatro por no cumplir los requisitos mínimos de seguridad. Gigantes y cabezudos, los belchitanos resistieron..., y a resistir no les ganaba nadie en todo Aragón ni en toda España. La obra del dramaturgo se quedaba definitivamente en el pueblo, y no había más que hablar. ¡Que se metieran bien adentro sus astronómicas ofertas monetarias!

El teatro fue, finalmente, clausurado. A partir de aquel momento, las funciones se representaron clandestinamente en corrales, garajes, iglesias, o bajo el intenso azul del cielo bajoaragonés. Sólo podían asistir quienes tuvieran invitación, y ésta no se expedía a cualquiera. Políticos y miembros de la familia real, empresarios, comisarios de la SGAE,... viajaron inútilmente a Belchite y se quedaron sin saber si quiera dónde se representaba la función.

Atraídos por aquel bastión dramático que desafiaba a todo poder establecido, llegaron amantes del teatro de todo el país, y de más allá de sus fronteras. La población creció, se duplicó, triplicó, cuadruplicó... ¡quintuplicó! Al célebre dramaturgo se unieron otros tantos que convirtieron a Belchite en la "Desleal", Libre, Noble, Heroica y Dramática Villa. Cualquier día del año se representaban obras por sus calles. Volvieron a resonar los apagados ecos de las alegres voces de los zagales.

Hasta aquí hemos llegado, amigo mío, se acabó la función, se acabó el sueño de este cuento belchitano. Bajaremos el telón de ese cine mudo y ciego que habíamos izado con la fantasía, y saldremos a la plaza desierta, donde el cierzo aúlla con furia. ¡Ay, Belchite! Tu heróica historia no caerá en el olvido mientras viva tu amante dramaturgo. Hasta hoy, ningún premio me puede ayudar para empezar a recuperar tu esplendor. Empero, no temas, tu historia no ha terminado aún ¡Viva Belchite!

Un abrazo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué historia dentro de una historia!

Genial, Javi.

Ah, y pásalo bien en estos días... ;-)

Una astrofísica por el mundo dijo...

No hay nada mejor para empezar esta última semana del año que leyendo uno de tus relatos...
¡Y que sean muchos más en el 2011!
Abrazos

Publicar un comentario