Querido amigo:
Hace un tiempo reflexionábamos sobre la empatía. Empatía, como un sentimiento recíproco de confianza, fruto de un intercambio equilibrado de sentimientos.
Sin embargo, cada día tropezamos con otras personas con las que no empatizamos. Amigo mío, ¿hemos pensado qué haría falta para querer a esas personas? ¿Cuánto tiempo duraríamos sin hablarnos en una isla desierta? ¿Terminaríamos por llamar amiga a esa persona?
Siguiendo este razonamiento ¿cuántas de nuestros amigos no lo serían si cambiaran las circunstancias en que brotó la confianza entre vosotros? Muchas veces, al reencontrarnos con un amigo después de mucho tiempo, hemos sentido la decepción de haber extraviado en el tiempo la confianza que forjamos mutuamente. Nuestros amigos, como nosotros, evolucionan en función de sus circunstancias. La circunstancias modelan nuestro carácter y nuestra visión de la vida. ¿Hemos perdido nuestra empatía?
En realidad no. Empatizar, quizás, implique comprender los sentimientos del prójimo en sus propias circunstancias, y lo más importante de todo, respetar tales sentimientos. Por tanto, en una isla desierta, dos personas razonables, por muy distintas que sean, terminarán por empatizar -sólo es cuestión de tiempo-, ya que las circunstancias los han unido abstrayéndoles de sus vidas anteriores. Podemos concluir que todos somos susceptibles de empatizar, sólo que tenemos que poner de nuestra parte para entender nuestras circunstancias.
Un abrazo
domingo, 8 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario