Querido amigo:
En un mundo ideal, todos los seres humanos confraternizaríamos. No existirían los siete pecados capitales: ni ira, gula, envidia, soberbia, lujuria, pereza ni avaricia. No habría pobres, ni hambre en el mundo. Cada uno de nosotros se consagraría a los demás a través de su trabajo, satisfaciendo a la par su vocación. En un mundo ideal, por tanto, debería existir el exacto número de especialistas para cada área de la ciencia, para cada oficio...; de modo que no quedaran vacantes, ni tampoco sobraran. Si sobrara alguien, no podría realizarse como persona, no alcanzaría la felicidad, no habría un mundo ideal.
En un mundo ideal no habría problemas de convivencia, porque todos compartiríamos idénticas costumbres, credos. No habría motivos para pronunciar las palabras "vergüenza", "intimidad", "privado", "decoro", "justicia", "ignorancia", etc... Lo ideal desnaturaliza tales conceptos. Por ejemplo, no tendría sentido que habláramos de justicia en un mundo en el que todo se administra a la perfección, en donde no padecemos los siete pecados capitales.
En un mundo ideal, cada hombre ideal se enamoraría de su mujer ideal, lo que implicaría que cada mujer ideal se enamoraría de su hombre ideal. Tampoco habría celos, porque no se comprendería el concepto de deslealtad.
Posiblemente, en un mundo ideal todos nos pareceríamos en carácter, por lo que podríamos comprender que el amor surgiera sin que hombres ni mujeres repararan en sus físicos, pero objetaríamos que, albergando todos idénticos sentimientos, se nos dificultaría escoger a nuestra pareja ideal. Pero, en fin, si el mundo es ideal... el amor también será ideal.
Querido amigo, ante la comunión de pareceres, sentimientos y creencias, en un mundo ideal no habría necesidad de artistas que descubrieran los detalles de la vida; no habría melancolía ni desamor, ni amor a que cantar. La poesía carecería de razón de ser.
Y viviríamos muchos años, porque habría remedio a toda enfermedad; feneceríamos junto a nuestra pareja, con la que habríamos concebido el perfecto número de hijos e hijas. En un mundo ideal los decesos igualarían a los natalicios, para que la población global no rebasara la capacidad de producción de la Naturaleza.
Y nos vestiríamos todos igual, comeríamos todos del mismo rancho, y no precisaríamos distracciones, porque careceríamos de tiempo para aburrirnos; siempre trabajando felices por los demás.
¿Aún deseas vivir en un mundo ideal?
Un abrazo
domingo, 8 de agosto de 2010
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