Querido amigo:
Nos vamos de paseo por el tiempo. Alejémonos, mucho, mucho; tanto que podamos contemplar a las personas en su totalidad, de principio a fin. Vendríamos a ser algo así como un maestro muy experimentado.
Un maestro que ha conocido a tantos pupilos que, aprendiendo de ellos, ha llegado a ser muy sabio. Cada vez que recibe a nuevos legos, el maestro intuye qué pasos irán dando, cómo caminarán por las sendas del aprendizaje, cómo crecerán en la vida....
Ahora volvamos a nuestro paseo y, desde nuestra distancia, contemplemos a las personas. Podemos imaginar lo que, en su niñez, sintieron -porque seguimos siendo algo niños, tú y yo, ahora-; en su adolescencia; en su madurez; en su vejez... el fin. Las etapas de la vida.
Ni tú ni yo, querido amigo, hemos recorrido todas las etapas todavía. Sin embargo, desde nuestro paseo en el tiempo, somos como "sabios maestros" que observamos cómo van y vienen las generaciones de "pupilos".... Así, quizás, entendiendo al ser humano como un todo en el tiempo, de principio a fin, comprendemos que no debemos prestar atención a defectos ni equivocaciones, ni efímeros pasajes de la vida -sobre todo en sus etapas iniciales-, sino al "balance final de toda una vida". El balance final es lo que cuenta, querido amigo.
Un abrazo
jueves, 3 de junio de 2010
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