Querido amigo:
Posiblemente, cuando los primeros homo sapiens se comunicaban a través de un primitivo código de gruñidos, los sentidos ejercían un importante papel transmisor. La observación de algunos primates nos confirma estas teorías. Los bebés, que no han aprendido aún a hablar, reconocen a sus padres por el olor, el tacto, la voz.
A medida que refinaban sus lenguajes hablados, las sociedades humanas han ido relegando al núcleo íntimo y familiar todo un lenguaje de sabores, olores y tactos. Hoy en día, sin embargo, algunas culturas albergan ciertos escrúpulos hacia este código no escrito. Los perfumes enmascaran el olor corporal, las personas evitamos rozarnos, evitamos –en algunos casos- mirarnos a los ojos… La buena educación y la higiene establecen un convencionalismo de “pudor”.
Piel, vello, músculos, huesos, órganos… El cuerpo humano, como el de otros seres vivos, se repite de unos a otros: mismos mecanismos fisiológicos; idénticos instintos… ¿Nos sorprendemos aún? El contacto físico no necesariamente ha de interpretarse como una transgresión de nuestra intimidad, sino como una entrega. Un abrazo, una caricia, un beso, un apretón de manos, un guiño, etc… nos acercan unos a otros, nos hacen sentirnos mejor y, si muchas veces, eludimos estos actos, es por complejos y falta de confianza en los demás.
Un abrazo
martes, 6 de julio de 2010
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2 comentarios:
Ya sabes que pienso que nuestra especie necesita el contacto o mejor aún, el tacto. Lo buscamos (si los convencionalismos sociales no lo denostasen tanto) porque es agradable y nos hace sentir bien. Esa "necesidad" es un factor positivo de cara a la selección natural.
Los homo sapiens que necesitaban y buscaban el contacto, se agrupaban los unos contra los otros y eso les permitía defenderse mejor de las fieras, el hambre o la sed. Los solitarios, independientes, sin necesidad de "afecto" lo tenían por lo general más complicado.
Nuestra evolución ha sido tan rápida que la naturaleza no ha sido capaz de ejercer toda su presión sobre nosotros para convertirnos en una especie de "superhombres". ¡Gracias a dios!
Por eso quizás, los genes de la soledad se han quedado también en la dotación genética de algunos individuos dando lugar a una variedad de seres humanos que van por libre.
Hoy en día no hay fieras que los aniquilen (al menos en nuestro entorno), pero sí existe una sociedad que los desplaza... Son incomprensibles pero de entre ellos a veces surgen génios a los que la especie le debe mucho: son capaces de concentrarse en su genialidades sin interrupciones afectivas.
Asi que, sí: todos somos puros portadores de nuestros genes,estamos al servicio del ADN egoista que quiere perpetuarse a toda costa.
Con todo y con eso, puede que el homo sapiens le haya salido "rana" al ADN. Pero eso, no lo verán nuestros ojos...¿o sí?
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