domingo, 4 de julio de 2010

Convivencia

Querido amigo:

La globalización ha reducido distancias entre pueblos y culturas antes lejanos. Personas de variados credos, costumbres y color de piel convergen en una misma sociedad. Mucha veces, la convivencia se dificulta cuando un colectivo se ofende al ver violados sus más sacros principios por otras personas de diferente cultura.

Las sociedades occidentales han construido un orden laico, basado en la igualdad de todo individuo ante la ley. En ellas, la ley no emana de un credo, sino que descansa en la razón. La ley, el legislador, asumen una autoridad ética que puede ser cuestionada por los credos.

En estos casos, hay personas que no se sienten englobadas en el marco de la ley, ya que ésta tolera lo que para ellas es inconcebible desde el punto de vista de una autoridad espiritual superior.

Planteado el conflicto, hemos de buscar el espacio común en el que todos -independientemente de credos, costumbres y razas- convivamos. En este ejercicio, hemos de esforzarnos por revisar una y otra vez cuanto "inconcebible" impide la armónica convivencia. En este sentido, ninguna ley ha de atribuirse una autoridad moral, de la misma manera que ningún credo exige la defensa a ultranza de nada que sea incompatible con la convivencia -salvo malas interpretaciones del credo-. El espacio común implica concesiones por parte de todos, a las que no se llega fácilmente. Hay muchos caminos, y al final de muchos aguarda los fantasmas de la xenofobia o de la "política correcta" más intolerante.

Un abrazo

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión, Javi.

Las leyes occidentales se basan efectivamente en lo racional, pero su transfondo es inevitablemente el pensamiento o la óptica cristiana.

Al cristianismo le debemos mucho los seres humanos, comulguemos o no con su aspecto espiritual.

Un abrazo y sigue dando luz en la web con tu claridad de ideas, porfa...

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