Querido amigo:
Nos gusta la simetría, nos serena el orden que conlleva. El caos, el desorden, en cambio, nos fatiga e irrita. Nos apacigua la simetría en todos los órdenes: la justicia, el equilibrio, las relaciones, las formas, los jardines, ... Tendemos a alinear nuestras vidas con cierta armonía, y tal ha de ser equilibrada.
Sin embargo, a menudo las circunstancias socavan dicha armonía, quiebran la simetría. Entonces nos angustiamos hasta reparar los equilibrios entre los cuales nos sentimos seguros.
La Naturaleza, amigo mío, no se rige por cánones simétricos. La simetría es un ideal humano, que tiene un reflejo lejano en la Naturaleza; pero no es fiel a la Naturaleza. El cuerpo humano no es simétrico, ni hay simetrías en los reinos vegetal y mineral.
Tal vez hayamos de acostumbrarnos a ese desorden. Hemos, de hecho, de convivir en el desorden. Hay desórdenes tolerables, muy hermosos, y otros que no pueden soportarse. En la Naturaleza, el caos es sublime, maravillosamente enriquecedor. En las relaciones humanas, el caos es una tortura. El desasosiego que nos induce, nos llevará a perseguir el equilibrio. Las relaciones humanas, por ser humanas, son susceptibles de cambiarse, de equilibrarse.
Un abrazo
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