jueves, 22 de abril de 2010

Fisiología

Querido amigo:

Los ambientes influyen en las personas. Así, el desierto despierta emociones y necesidades distintas a las de un jardín primaveral. En el desierto sudamos, y su paz puede llegar a desorientarnos; en un barrio populoso, podemos agobiarnos con el frenético ir y venir, el ruido o la falta de espacio.

Hay ambientes que invitan a la meditación, con su nostálgica calma, y otros que nos acucian con su frenesí. En ambos, desplegamos diferentes actitudes. Además, igual que sudar es una necesidad fisiológica en el desierto, hay otras necesidades “fisiológicas”, de corte más “psicológico”, según qué entornos. En la incomodidad aneja a una situación agobiante –como una calle muy transitada, un atasco, una interminable espera, un ritmo laboral etc…-, experimentamos la imperiosa necesidad de aliviar presión “psíquica”. En estos casos, a veces, podemos desplegar actitudes menos cívicas.

No pretendemos justificar la hipocresía o las actitudes inciviles, sino ayudarnos a comprenderlas un poco mejor, y a dispensarlas. Vistas como “necesidades fisiológicas”, como consecuencias del ritmo de vida que llevamos, estas actitudes descubren las raíces de los problemas de toda sociedad. Hemos de actuar sobre estas raíces, y no contra las personas.

Un abrazo.

1 comentarios:

El diario de Doris dijo...

Quizás, deberíamos vivir una temporada en el desierto, con otro ritmo, más lento, más cálido, más auténtico, este sistema nos tiene locos, antes miraba las nubes pasar, con su parsimonia, hacía tiempo que no me fijaba y su belleza supera a cualquier cosa urbana, a veces no somos capaces de apreciar la belleza, a pesar de tenerla tan cerca, un abrazo

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