Querido amigo:
Observemos atentamente a nuestro alrededor. Observémonos a nosotros mismos. Imaginemos que nos estamos viendo desde lo alto, y que nos elevamos lentamente. Poco a poco, a medida que nos distanciamos, vamos empequeñeciendo a nuestros imaginarios ojos. Alejándonos más aún, quedará pequeño el lugar donde nos encontremos, nuestro entorno, los edificios, los árboles, aparecerán nubes, etc… hasta que nos hayamos abstraído tanto que ya ni siquiera podamos distinguirnos.
Desde tal vertiginosa altura, se altera la percepción de la importancia de nuestros problemas. Sustraernos de nosotros mismos para observamos desde los ojos de un observador imparcial ayuda a conocernos un poco mejor.
Lo que verdaderamente marca la diferencia es que, al reconocer nuestros defectos, hagamos algo por mejorar. La hipocresía tiene muchas caras, pero las más hiriente es la indiferencia ante nuestros defectos, mientras que criticamos los defectos de los demás. La hipocresía es una forma de mentir –lo peor es que nos mentimos a nosotros mismos. Por esa razón, por no mentirnos a nosotros mismos, debemos luchar contra nuestra propia hipocresía. De nuestra lucha personal se beneficiará el conjunto de la sociedad.
Un abrazo.
martes, 13 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario