Querido amigo:
Con anterioridad ya hemos reflexionado sobre cómo ayudamos a progresar a la sociedad. Una sociedad en la que nos fundimos –como uno más-, pero en la que somos importantes –cada uno a su manera-. Una sociedad donde se aúnan las responsabilidades y necesidades de cuantos la conformamos. Una sociedad autocrítica que puede, y debe, evolucionar.
Nuestra labor, a veces sorda, ayuda a los demás ¿verdad? Sea lo que sea que hagamos, hemos de embellecerlo con nuestra ilusión. Muchas veces nuestras labores son mudas y nos satisfaremos en el deber cumplido, sin esperar reconocimiento de los demás. Otras veces, nos premiarán por nuestro empeño.
Los premios, querido amigo, sobran. No podemos obrar con la mente y el corazón puestos en un futuro galardón, sino amando lo que hacemos, lo que seguiríamos haciendo aunque nadie nos premiara por ello. Si sólo buscamos el premio en lo que nos dedicamos, es preferible mudar de ocupación y consagrarse a otra actividad. La vanidad no beneficia ni a la sociedad ni a nosotros.
Un abrazo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario