domingo, 31 de octubre de 2010

Conciencia

Querido amigo:

Todos hemos sentido alguna vez la contradicción entre la moral y la conciencia. La ética de la sociedad donde residimos dicta normas de comportamiento: unas emanan de la razón -no matar, no robar, no mentir-, y otras se han convenido a lo largo de los tiempos para facilitar la convivencia. Éstas últimas suelen poseer matices culturales inherentes al pueblo donde se generan.

A menudo, la vida nos enfrenta a tales convenciones éticas. A menudo, amigo mío, sentimos que nuestra conciencia se resiste a amoldarse a las rigideces éticas, y anhela expansionarse y volar libre como pájaro. En verdad que no hay más inexorable censor que nuestra propia conciencia. Si vivimos en paz con nuestra conciencia ¿importa acaso contravenir las reglas morales? Difíciles cuestiones, por ejemplo, robar lo que sobra a un rico para repartirlo entre los pobres, o mentir por amor, o desobedecer leyes que atentan contra nuestra conciencia, o atentar contra un tirano, etc...

Amigo mío, la cobardía es el único pecado que nuestras conciencias no perdonan jamás.

Un abrazo

0 comentarios:

Publicar un comentario