lunes, 11 de octubre de 2010

La Manzana Prohibida

Querido amigo:

La vida animal debe su continuidad sobre el planeta a la atracción entre hembras y machos de casi cualquier especie. Como animales, los seres humanos también compartimos tal deseo. La diferencia con otras especies se halla en que nosotros racionalizamos esta llamada más allá de los instintos puramente biológicos.

A los procesos de detección del sexo contrario, del sentimiento de atracción, del cortejo y la seducción, del juego amoroso, de la constitución de la pareja, la procreación, la maternidad o paternidad, etc... los seres humanos mezclamos, además, sentimientos de posesión, celos, pudor, etc...

A lo largo de la historia, las sociedades humanas han considerado el sexo como un tabú. Quién sabe si por el pudor de confesar sentimientos, acto en el cuál desnudamos nuestro espíritu; o por el rígido modelo que no concibe otra relación que la unión conyugal; o porque los místicos y religiosos ven en el sexo un obstáculo para alcanzar la plena liberación del alma... El hecho es que hoy en día se sigue ocultando con vergüenza esta faceta esencial de cualquier ser humano, como un pecado inconfesable, ...; y lo que es peor, se vacía de sentimiento y se manipula la misma para servir intereses mercantiles, se banaliza.

El debilidad de los gobernantes por el sexo ha destruido imperios; una mala película puede salvar su taquilla si incluye algunas escenas sexuales; la publicidad recurre a diario a reclamos sexuales para exhibir hasta los productos más cotidianos; la prensa rosa nos invade con amoríos los medios de comunicación; la pornografía mueve al año cientos de millones. El sexo continúa inspirando irresistible morbo debido a que la sociedad lo concibe aún como la fruta prohibida, lo que induce a las mentes menos escrupulosas a utilizarlo y desnaturalizarlo.

Tal vez, el nuevo hombre del futuro devolverá al sexo el sentido humano intrínseco que posee, y lo protegerá de ataques maliciosos, de censuras y reproches, de tabúes, pudores, vergüenzas y cadenas.

Un abrazo

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