domingo, 17 de octubre de 2010

Madurez

Querido amigo:

¿Cuándo crees que las personas pasamos de niños a adultos? Así como la juventud nada tiene que ver con la edad, tampoco la frontera entre la niñez y la madurez. Maduramos cuando nos concienciamos plenamente de quiénes somos, aceptándonos y sintiéndonos parte de una comunidad en la que quiénes conviven con nosotros poseen los mismos derechos y deberes, con sus sentimientos propios.

Cuando nacemos no sabemos valernos por nosotros mismos, y el cariño y las atenciones que se nos prodigan pueden alimentar el egocentrismo en nuestro espíritu. La educación ha de orientarse para que comprendamos el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Madurar significa respetar. Hay quienes maduran antes que otros, y hay quienes, lamentablemente, no madurarán nunca por no haber recibido a tiempo las debidas orientaciones. No es cuestión de edad.

No es fácil conocernos a nosotros mismos y madurar. Madurar es un camino de vida en sí. Al fin y al cabo, sólo podemos juzgarnos a nosotros mismos dentro del entorno en el que vivimos. Ignoramos en qué personas devendríamos si habitáramos otros entornos espaciales y temporales. No podemos comparar nuestro presente con cómo habríamos madurado de haber vivido en una aldea de la Edad Media, o durante una conflagración civil. La capacidad humana de adaptación a diferentes contextos posee sus límites, y madurar implica encontrar esas otras muchas personas que conviven en nuestro propio espíritu y que, tal vez por falta de experiencias vitales, nunca llegarán a manifestarse ni a descubrirnos esas facetas que cada uno de nosotros oculta en si mismo.

Madurar, por tanto, requiere muchas experiencias de vida, en las que buscaremos todos esos individuos que somos o, potencialmente, podemos ser. Descubriéndonos plenamente, nos aceptaremos y comprenderemos el pleno y hermoso sentido del respeto.

Un abrazo

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