Querido amigo:
Las milenarias culturas orientales atraen el interés de los occidentales, siempre aureoladas de un halo de sabiduría. El frenesí contemporáneo, que nos lleva de aquí para allá como muñecos al viento, se pliega ante filosofías que predican el respeto por la Naturaleza, la riqueza de la vida interior, la meditación, la contemplación, la compenetración entre cuerpo y alma, la paz, la vida sosegada, la alimentación saludable, la armonía, los pensamientos benignos, etc....
Muchos occidentales, hastiados por los males de la sociedad actual, buscamos amparo en tales filosofías para sosegar y ordenar nuestras vidas. Olvidamos que en nuestras raíces occidentales poseemos también valores que armonizan con los misticismos orientales, que conducen igualmente al saber espiritual de nosotros mismos, de nuestro papel en la vida, en la Naturaleza.
No importa tanto que adoptemos los cánones orientales o que profesemos nuestra tradición occidental, sino el hecho de emprender la búsqueda de nosotros mismos. De nada valen las parafernalias místicas si no las acompañamos de una vera revolución en nuestra forma de enfocar la vida. Las coincidencias entre filosofías orientales y occidentales no es pura casualidad; comparten un fin, tras miles de años de sabiduría. Amigo mío, sea por Levante o por Poniente, hallemos nuestro propio camino para encontrarnos, al final del mismo, para siempre en la Sabiduría.
Un abrazo
domingo, 3 de octubre de 2010
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