Querido amigo:
Te apremio a desterrar el nefando pensamiento del todo tiene un precio. Aceptándolo nos derrotamos a nosotros mismos, pues confesamos que también nosotros tenemos un precio. ¡Terrible! Podremos tener un precio pero, por muy alto que sea éste, habremos vendido nuestra dignidad.
Apelando siempre, amigo mío, a la imaginación, contribuyamos a propagar el altruismo y la filantropía por el mundo entero. Sólo un sistema perverso osa a preciar a las personas, y no debemos consentirlo. No todo tiene un precio, gritemos a los cuatro vientos.
Cuántas veces nos incomodamos al recibir un detalle generoso de los demás, creyéndonos en deuda y con el compromiso de corresponder. Cómo recelamos ante la palabra gratis. En efecto, el mercantilismo grosero ha adulterado el término. Revindiquemos la hermosa humanidad que conlleva entregarnos sin esperar nada a cambio. Nos sentiremos más libres, y no volveremos a sonrojarnos ante las dádivas con las que nos obsequien.
Un abrazo
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1 comentarios:
Me gusta el juego de palabras: "a preciar" ¡Qué distinto de "apreciar"!
Besos,
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