Querido amigo:
Entre tú y yo hay una empatía, o no nos encontraríamos aquí y ahora. Empatía, en realidad, es confianza. Sin embargo, no empatizamos con toda persona que conocemos.
Unas veces, la timidez impide abrirse mínimamente a algunas personas. No hay empatía si no hay intercambio. La paciencia se impone en estos casos, abonando la relación con mucho cariño hasta que, como una flor que despliega sus pétalos, se revela el tímido espíritu.
Otras veces, desconfiamos de cuanto una persona hace o dice, y nos encerramos. Los sentimientos pertenecen a una esfera intimísima y esencial de nuestras vidas, por ello somos tan celosos a la hora de compartirlos. Superar la desconfianza hacia alguien es tan difícil como perdonar la traición de nuestros sentimientos.
Por último, no hay empatía sin equilibrio. Nos esclavizamos cuando no exigimos equilibrio en una relación, y admitimos la traición sucesiva de nuestros sentimientos por otra persona, de la cual tal vez esperamos una correspondencia de cariño que nunca llega a producirse. ¡Ojo! Nos esclavizamos nosotros mismos, no culpemos a la otra persona.
Un abrazo con mucha, mucha empatía.
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