Querido amigo:
Muy a menudo nos sentimos agobiados por cuanto y quienes nos rodean. La paciencia se nos consume, y quisiéramos huir. En tan tensos momentos, hacemos mejor en plantearnos cómo obrar para mejorar la asfixiante situación.
Huir es la solución más fácil, pero los problemas quedan sin resolver. Tenemos un compromiso con quienes nos rodean, pues también ellos sufren idénticos problemas. Pensemos, entonces, en cómo aportamos algo bueno a nuestros semejantes.
En efecto, querido amigo, podemos ayudar a los demás con nuestro trabajo o con nuestra actitud del día a día. Nuestra paciencia, nuestra comprensión, nuestro hombro es necesario. Sólo hay que desear lo mejor a los demás, y si cada uno de nosotros nos empeñáramos en tal premisa, se resolverían muchos problemas de convivencia. Sólo se saborea la felicidad cuando se comparte. No se puede ser feliz si hay tristeza a nuestro alrededor.
Paciencia y un abrazo.
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