Querido amigo:
¿Te sientes triste? Si no sintiéramos tristeza, tampoco podríamos sentir la alegría.
Los nubarrones que se cruzan en nuestras vidas empañan el alma. Despedidas, frustaciones, errores, malentendidos, dolor, etc... Ninguno deseamos la tristeza, pero ésta nos reafirma en nuestra condición de seres humanos ya que, como tales, amamos, y la tristeza es al amor como la piel a la manzana. La alegría, es pues, el corazón de la manzana.
Con la sabiduría que nos conceden los años, aprendemos a transformar la tristeza: si erramos, la tristeza nos espolea para no repetir nuestros errores; si nos despedimos, la tristeza tornará, tal vez, en melancolía, esa tristeza alegre que brota sólo de recuerdos dorados.
Cuando luzca la alegría, muy pronto, amigo mío, recuerda que algún día estuviste triste, y goza con mayor intensidad del júbilo presente.
Un abrazo.
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