viernes, 31 de diciembre de 2010

Una Historia Irlandesa

Querido amigo:

Bienvenido a la taberna El León Triste. Mi abuelo, que en paz descanse, fundó El León Triste antes de que naciera mi padre, hace 90 años. Hubo tiempos mejores, hace mucho... ¡pero el león siempre ha estado triste! ¿Qué esperabas, maldita sea, de un poblacho donde llueve todos los días del año? Eso sí, por aquí ha pasado lo más granado de la República Irlandesa. Mi padre, que Dios guarde en la Gloria, contaba que el mismísimo James Joyce se había emborrachado en la silla que se encuentra junto al piano. Nadie se volvió a sentar en ella durante décadas.

Bueno, nadie, hasta que contratamos a los hermanos O'Ryan para que amenizaran la taberna. Ellos sí podían sentarse en la silla de Joyce, pues eran artistas. Jack, el mayor de los O'Ryan trabajaba en un banco durante los años buenos. Además, tocaba el violín acompañando a su hermano Patrick, que tocaba el piano. Tras la crisis de 2010, Jack se quedó sin trabajo y al cabo de unos meses se marchó a trabajar a América.

Todos se han ido yendo de esta tierra maldita. ¿Qué esperaban? ¿Que el sueño iba a durar toda la vida? Irlanda ha sido siempre un país de pobres... Los propios O'Ryan han sido pobres toda su vida. Aún me acuerdo cuando se presentaron por aquí a mediados de los ochenta para sustituir al viejo Toby, que el Señor tenga en su seno. Dos mocosos que tocaban el piano y el violín como dos ángeles. Con lo que yo les daba ayudaban a la familia. El padre se había quedado en paro cuando cerraron las minas.

Todos se han ido yendo. Patrick no, que sigue tocando el piano todos los días porque es mudo y no tiene más estudios que la música. Eso sí, ese chico tiene magia en las manos. El piano habla por él ¡y cómo habla! Los demás,... a Londres, a Nueva York, a Australia... Todos se van. Todos huyen de Cork, todos huyen del fin del mundo. Desde que Jack se fue a América nadie ha vuelto a desenfundar el violín. Patrick toca solo, no quiere acompañamientos.

Cuando su hermano se marchó, las cosas iban muy mal en la ciudad. Medio Cork nadaba en el paro. Patrick sobrevivía con lo poco que ganaba al piano, incluidas las propinas. Todos las tardes, lloviera o nevara, venía andando casi 10 km desde su casa. No usaba el autobús para no malgastar el dinero. ¡Y eso que Jack le debía enviar dinero desde América!

Una noche muy fría, no quedábamos más que Patrick y yo en la taberna. Entonces se abrieron las puertas y entró Mary, la hija del tío Paddy, el del piso de arriba. Se dirigió a la barra y me pidió un whisky doble. Yo sabía que el novio de Mary se había ido a buscar trabajo a Inglaterra. Ella también se hubiera marchado con él, pero tenía que cuidar de su anciano padre. La pobre estaba al borde de las lágrimas.

Patrick comenzó a interpretar el Claro de Luna de Beethoven... y por unos instantes El León Triste se sumergió en la gloria ¡gloria pura! Yo no pude evitarlo, y saqué mi cuaderno y comencé a escribir. No te he contado, amigo mío, que además de tabernero soy poeta. Soy poeta musical... Escribo sólo con buena música. Tal vez por eso retengo a Patrick a mi lado. Sin su piano, me faltaría algo. Dios sabe que más de una vez apenas he ganado para pagarle. Hemos pasado unos doce años muy, muy duros. Pero la música...

El caso es que Mary regresó al día siguiente, y se sentó junto al piano. Patrick acometió los acordes del Doctor Zhivago. Luego, Love Story, y Para Elisa, etc... La muchacha se derretía de nostalgia mientras el mudo Patrick, por Dios bendito, la enamoraba con su música. Al cabo de un año se casaron y Patrick se vino a vivir al piso de arriba, a la casa de su suegro.

¡El viejo Paddy! ¡Nunca se vió mejor acompañado! Las piernas no le tiran y, pese a todo, raro es el día en que no baja a apurar una pinta de Guiness. ¡Eh, Paddy, me han dicho que eres el más macho de Cork! Y el tío Paddy se ríe a carcajadas. Hace ya muchos años, siendo yo un niño, el joven Paddy se puso muy malo con fiebre. El doctor O'hara le recetó un nuevo medicamento. ¿De qué se trata, doctor? Se llama supositorio. Cuando Paddy supo cómo había de usarse el supositorio clamó ¡a mí por ahí no me cabe ni la cabeza de un alfiler! Despachó a golpes al doctor O'hara... ¡Condenado Paddy! ¡Qué testarudo es!

Otro de los habituales por El León Triste es James Madigan. Una noche, en tiempos mejores, cerré la taberna a las cuatro de la madrugada. De vuelta a mi casa me crucé con James Madigan y señora, vestidos como si fueran de boda... ¡Es que iban de boda! James y Madeleine tenían cuatro hijas ya, pero se habían olvidado de casarse. Cuando la hija mayor y su novio fueron a ver al padre Harris para que les casara, éste les pidió el libro de familia... ¿El libro de qué, padre? ¡Cómo iban a tener libro de familia si James y Madeleine no estaban casados! Para evitar un escándalo, el padre Harris les hizo presentarse en la iglesia a las cuatro de la madrugada y les casó en secreto. Al domingo siguiente, se casó la hija mayor.

Cada día quedamos menos en Cork. No obstante, El León Triste tiene su dignidad. Cuando estalló la crisis financiera y el paro ensombreció las calles de la ciudad, una noche se dejó caer por aquí el dueño de la tienda de Compro Oro. ¡Una pinta de Guiness, amigo! No hay cerveza, le respondí, y yo no soy su amigo. Ahí tiene la puerta, y que sea la última vez que se atreve a venir por aquí. ¡Váyase a gastar su sucio oro a otra parte!

De eso hace ya mucho tiempo... ¡Malditos políticos! ¡Adónde nos llevaron! Miseria y miseria. Créeme, amigo, regento una taberna y estoy acostumbrado a ver resbalar las penas por las pintas de cerveza. Desamores, parados, borrachos, etc... Todos vienen a soñar con el piano de Patrick. Hace años que Patrick ha mudado su repertorio por piezas tan tristes como el León del letrero de la taberna.

Hace dos días ocurrió algo atípico. Un rayo de esperanza iluminó El León Triste.
Por la puerta entró un niño ¡un niño, virgen santa! Le acompañaba una mujer muy guapa, forastera. La dama se sentó frente al piano y el niño se sentó ¡en la silla de James Joyce! ¿Qué se habrá creído este mocoso? Sin embargo, Patrick no se inmutó.

¿Me engañan mis oídos o Patrick está tocando una marcha alegre? En efecto, interpretaba el Himno de la Alegría. El chiquillo, de unos nueve o diez años, desenfundó el violín del pobre Jack y se puso a tocar. ¡Cómo tocaba, Dios del cielo! El León Triste se alegró como nunca desde hacía años.

Salí de la barra y me acerqué al piano. ¡Por San Patricio, ese niño es tu viva imagen, Patrick! Apenas pronuncié estas palabras, se abrieron las puertas y apareció Jack O'Ryan en persona, para arrojarse a los brazos de su hermano Patrick.

El León Triste ya había olvidado lo que era una celebración. ¡Cerveza para todos! Atraídos por la música fueron llegando Mary y el tío Paddy, que hizo las paces con el doctor O'hara; James Madigan y el padre Harris... y muchos más.

Yo miraba al viejo del Compro Oro, que me miraba con el ceño fruncido desde su tienducha. ¡Rabia, viejo avaro! ¡Qué bien has vivido estos años de la carroña! ¡Veremos a ver qué pasa a partir de ahora! Jack O'Ryan ha vuelto a Cork para abrir un negocio con su esposa americana y su hijo. Detrás de él volverán todos los demás. Poco a poco, todos volverán a éste sucio puerto de mar.

Así son los de Cork, no pueden vivir sin su lluvia, sin su buena pinta de Guiness, sin escuchar la música del viejo Patrick, sin contarle al León Triste sus viejas historias de ultramar. Ésta es la mía, mi historia, una historia irlandesa.

¡Feliz Año Nuevo!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Otra para frívolos

Querido amigo:

El estudio de televisión rebosaba de público. El programa cosechaba los mejores niveles de audiencia del país. Todo el mundo hablaba de las cotidianas historias que a diario veían la luz en aquel programa: madres solteras, arruinados, parados, pensionistas, voluntarios, refugiados, reconciliaciones, drogadictos, etc... Todo un rosario de miseria, adornado con el lazo verde de la esperanza. ¿Quién no conocía algún caso similar? La desdicha reivindicaba su - durante tantos años - callado heroísmo.

Aquel día se contaba la historia de un tipo de treinta años que había sido abandonado al nacer y se había criado con las Hermanitas de la Caridad. El joven había sido contactado dos días antes para que su vida protagonizara el espacio televisivo de más éxito del país.

La presentadora le recibió con dos besos y le acompañó hasta un cómodo sofá. Hasta la primera pausa publicitaria no se habló más que de cómo había su infancia con las monjicas, sus estudios, su trabajo, su día a día...

Al arrancar la segunda mitad del programa ya se batían las mejores marcas de audiencia. Los patrocinadores daban saltos de alegría. La hermosa presentadora anunció una gran sorpresa. Tras algunos titubeos dialécticos informó que había alguien esperando a entrar en el plató para abrazarse al joven invitado. ¿Quién...?

- ¡Señoras y señores, el señor Expósito va a conocer a sus padres ahora mismo!

Las cortinas del estudio se descorrieron para dar paso a una pareja de unos cincuenta y tantos años que se abalanzó sobre el invitado, cubriéndole de besos y abrazos. ¡Qué momento! Entre el público asistente, no pocos lloraban ante tan emotiva escena.

El resto del programa versó sobre la accidentada vida de los padres que, muy jóvenes y sin una perra en el bolsillo, entregaron a su bebé a la Beneficiencia. Durante años habían buscado a su hijo sin éxito. Por fin, la sociedad de la tecnología y la información había favorecido los medios para reunir a la familia. El invitado apenas podía pronunciar nada coherente, tan inmensa había sido la impresión recibida. Las lágrimas le corrían por las mejillas como ríos desbocados.

Al concluir la emisión, se apagaron los focos del estudio. La presentadora tornó su encantadora sonrisa por una mueca de cansancio. Cuando se retiraba a su camerino se despidió de los padres: Hasta mañana.

El joven señor Expósito se quedó extrañado: No sabía que mañana también teníamos que venir, dijo a sus padres. Los cincuentones se miraron entre sí, como sin comprender, y se retiraron también a los camerinos, dejando solo al hijo en medio del plató.

Entonces llegó un señor muy trajeado que se presentó como el regidor del programa.

- Expósito, muchas gracias por participar en el programa. Le acompañaré a la salida. ¿Le ha dado ya su número de cuenta a la ayudante de realización para que le ingresemos sus honorarios?

- Pero, ¿y mis padres?

- ¿No hablará usted en serio?

El joven no entendía nada de aquello. ¿Es que se iba a marchar solo sin saber siquiera dónde volver a ver a sus padres?

- Señor Expósito... Lamento informarle de que esos señores no son sus padres, son actores que colaboran con el programa... Siento mucho el malentendido. Ya decía yo que usted estaba verdaderamente genial durante la entrevista ¡claro, usted no sabía nada! Bueno, en cualquier caso, le agradará saber que hemos alcanzado cotas históricas de audiencia.

El joven se marchó dejando al regidor con la palabra en la boca. Cuando sintió el frío invierno de la calle, todavía resonaban en su cabeza las... cotas históricas de audiencia.

¡Feliz día de los Santos Inocentes!

Un abrazo

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Querido amigo:

Aquella Nochebuena la presidenta del banco salió de su despacho, en la última planta del ilustre edificio, tan tarde como cualquier otro día del año. Hacía horas que se había despedido de sus colaboradores directos, su secretaria, su conductor, sus escoltas, etc..., pues su espíritu le demandaba un poco de soledad para reflexionar sobre la deriva que iba tomando su vida.

Pasadas las nueve de la noche, se levantó embargada por la melancolía. Se arrepentía de muchas cosas y si, en su poderosa mano, tuviera la posibilidad de dar marcha atrás al tiempo, ... ¿pero cómo? Ya era tarde para pedir perdón. Muy tarde para embarcarse en un avión con destino a Miami y arrodillarse en el umbral de la casa de sus hijos para no pasar sola la Nochebuena en una fría mansión de la Moraleja. Ya era tarde, entre otras cosas, porque internet informaba de que el temporal de nieve había paralizado el tráfico aéreo.

Ya no quedaba ningún empleado por la sede del banco, así que se dirigió a un ascensor normal. Habitualmente usaba su ascensor privado, pero aquella noche sólo deseaba ser una persona normal, como los demás. Al pasar por el vestíbulo se sorprendió al ver al joven conserje en la garita.

- Buenas noches, señora.

- Buenas noches, hijo ¿se puede saber qué hace usted a estas horas?

- No tengo mejor lugar adonde ir esta noche -. El muchacho, de apenas veinte años, explicó a la presidenta que no podía volver a su pueblo para cenar con su padre viudo porque habían suspendido todos los autobuses por culpa del temporal. - Ya ve usted, señora, mi padre pasará solo esta noche, y yo... -, pero la voz se le quebró, -... yo, no me queda otra que cenar solo en casa e irme temprano a la cama -.

La presidenta se acordó de sus hijos, tan sólo unos años más mayores que el joven conserje.

- Recoja sus cosas, que le llevo a su casa en coche -.

- Señora, no tiene usted por preocuparse por mi... ¡Gracias! ¡Gracias! ¡No tardo ni un minuto! Con su permiso-, y se apresuró hacia el perchero para enfundarse el plumas y la bufanda.

Al cabo de unos minutos, por la rampa del garaje emergía el Mercedes blindado de la presidenta, conducido por ella misma. A su lado, un poco azorado, el conserje.

- ¿Dónde vives?

- Por Chamberí, señora. Si gira a la derecha dentro de dos glorietas, saldremos a la Castellana...

- No, no me has entendido... ¿de qué pueblo eres?

- Pero señora,... si está todo nevado... ¡no se le ocurrirá!

- Te propongo un trato. Yo te llevo a tu pueblo si me invitas a cenar con tu padre y contigo. ¿Qué te parece?

- Señora, pero usted tendrá compromisos... No es necesario que se moleste.... Bueno, yo soy de Argamasilla de Alba, en la Mancha. Está muy lejos de aquí...

- Toma mi móvil y llama a tu padre para decirle que vas para allá con compañía.

- Gracias, señora. Gracias de todo corazón. No sé cómo pagarle...

- Gracias a ti, hijo, gracias a ti. ¡Ah! Por favor, no me vuelvas a llamar señora. Me llamo María.

- Yo Jesús.

- ¿Y su padre? A que lo adivino...

- Seguro que sí. Mi padre se llama José.

Tal vez, amigo mío, aquel fuera el comienzo de una larga amistad. Tal vez no. Fuere lo que fuere, es otra historia digna de narrarse en otro momento. En cualquier caso, es la historia de tres personas que sentían que algo nuevo e intenso había dado a luz en su interior.

¡Feliz Navidad!

lunes, 27 de diciembre de 2010

Invisible, nunca más

Querido amigo:

Decidió salir de la invisibilidad una tarde al llegar a su casa después de una azarosa jornada laboral. ¿Se podía saber qué pasaba con los habitantes de aquella ciudad? ¿Es que no tenían ojos en la cara? ¡Ella no era invisible y lo iba a demostrar!

No se trataba de alcanzar la fama, nada de eso, ella adoraba llevar una vida normal. Sólo reivindicaba un poco de respeto, solamente eso, una pizca de respeto. Comprendía que su ciudad era muy grande y que las personas siempre llevaban prisa, pero ella sólo les pedía respeto ¡la hacían sentir como si fuera invisible!

Se arregló para salir, pues tenía una entrada para el teatro. Como estaba muy morena aquel verano, optó por ponerse el vestido amarillo. Se sentía preciosa. Una buen comienzo para hacerse visible en aquella jungla llena de salvajes.

Ya en la calle, se puso a caminar por el lado derecho de la acera, dispuesta a no retirarse si algún "ciego" se interponía en su camino. No había pasado ni un minuto cuando un señor salió de su portal, la miró, y se plantó delante. ¡Toma empujón! ¿Qué se creía ese tipo, que ella era de aire?

Continuó su periplo hacia la boca de metro. Una señora paseaba a su perrico y, ni corta ni perezosa, dejó correr la correa de manera que el animalico se alejó obstaculizando el paso con el cordel. ¡Empujón! ¿Pensaría que la calle era sólo para ella y su perro?

En el metro tuvo unos cuántos encontronazos. ¿Las personas nunca se apartaban de su camino? ¿Siempre tenía que apartarse ella? ¡Se acabó! ¡Empujón!

Al llegar al teatro, había empujado a media ciudad que había entorpecido su paseo. Se sentía más aliviada. Por fin salía de la invisibilidad, aunque fuera por las bravas. Durante el intermedio se levantó para ir al aseo. Una chica joven se paró justo en la puerta, hablando con el móvil, como si estuviera ella sola en el teatro. ¡Empujón, y paso libre! ¡Le tiró hasta el móvil!

Al final del último acto, la tensión del drama alcanzaba los cielos. Ella estaba en pleno éxtasis, su corazón y su mente sumidos en el desenlace de la obra. La última escena, un sublime diálogo entre la pareja protagonista... y entonces sonó, abruptamente, como un arma de fuego, histriónicamente... ¡un teléfono móvil! ¡Su teléfono móvil! ¡Había olvidado pornerlo en silencio!

El actor perdió toda la tensión dramática por culpa del insistente tono, mientras nuestra "invisible" amiga urgaba en su bolso con frenesí ¿dónde estaba el condenado teléfono? Cuando lo halló en medio de un caos de llaves, pañuelos maquillaje, espejo, peine, etc... ¡habían sonado más de diez tonos! Por supuesto, en cuanto lo tuvo en sus manos, quienquiera que llamase con tanta insistencia se cansó y colgó. Al levantar la mirada de la pantallica del móvil, sintió que, definitivamente, ya había dejado de ser invisible. Todo el público, hasta los dos actores la miraban con cara de pocos amigos. Una voz en la platea la increpó, y luego otra y otra... El teatro le tributó un sonado abucheo. Hubo de salir corriendo escoltada por los acomodadores.

Todo esto acaeció el día en que decidió dejar de ser invisible.

Un abrazo

domingo, 26 de diciembre de 2010

Cuento Belchitano

Querido amigo:

Otrora perla del barroco aragonés, los hermosos escombros de Belchite habían sido abandonados al demoledor arbitrio del cierzo. Un pueblo nuevo se construyó junto a las ruinas para dar mal cobijo a los despojos de la batalla, mas el nuevo Belchite no fue jamás ni la sombra de lo que había llegado a ser el viejo. La memoria histórica no perdonaba a los pueblos cuya desgracia no fuera inmortalizada por algún cuadro de Picasso. Poco a poco, la Leal, Noble y Heróica Villa iba quedando atrapada bajo la telaraña del olvido.

Las raíces del dramaturgo se enterraban en Belchite, por lo que su sensibilidad se deshacía de nostalgia a medida que sus calles se iban despoblando. Por ello, al poco de recibir el premio, el dramaturgo retornó a su amado pueblo para cumplir un sueño largamente anhelado. Desde niño había imaginado restaurar el antiguo cine que se alzaba, ya mudo y ciego, en un lado de la plaza del pueblo nuevo.

Invirtió toda la dotación del premio en la tarea. Los pocos que aún sobrevivían en Belchite aunaron sus esfuerzos para ayudarle a revivir la ilusión de aquel cine olvidado. Tras unos meses de duro esfuerzo, las puertas del patio de butacas se franquearon de nuevo al público local; si bien de cine habíase mudado en teatro, y sus carteles anunciaban un nuevo estreno del dramaturgo de la tierra.

Tratándose de Belchite, la obra había de ser un drama y los actores, gentes del pueblo. El autor rehusó ensayar con profesionales, todo debía hacerse en Belchite, por y para los belchitanos.

La obra cosechó encendidos aplausos de la crítica y pronto se recibieron solicitudes de compañías importantísimas que deseaban adquirir los derechos para interpretar el drama en los mejores teatros de Madrid, Barcelona, París, Londres... Zaragoza. El dramaturgo declinó toda oferta. No le motivaba el dinero, sólo el afán de devolver a Belchite el esplendor perdido. Quien quisiera ver representadas las obras, habría de pasar forzosamente por Belchite.

Ofendidas, las "autoridades culturales" presionaron al dramaturgo bajo amenaza de clausurar el teatro por no cumplir los requisitos mínimos de seguridad. Gigantes y cabezudos, los belchitanos resistieron..., y a resistir no les ganaba nadie en todo Aragón ni en toda España. La obra del dramaturgo se quedaba definitivamente en el pueblo, y no había más que hablar. ¡Que se metieran bien adentro sus astronómicas ofertas monetarias!

El teatro fue, finalmente, clausurado. A partir de aquel momento, las funciones se representaron clandestinamente en corrales, garajes, iglesias, o bajo el intenso azul del cielo bajoaragonés. Sólo podían asistir quienes tuvieran invitación, y ésta no se expedía a cualquiera. Políticos y miembros de la familia real, empresarios, comisarios de la SGAE,... viajaron inútilmente a Belchite y se quedaron sin saber si quiera dónde se representaba la función.

Atraídos por aquel bastión dramático que desafiaba a todo poder establecido, llegaron amantes del teatro de todo el país, y de más allá de sus fronteras. La población creció, se duplicó, triplicó, cuadruplicó... ¡quintuplicó! Al célebre dramaturgo se unieron otros tantos que convirtieron a Belchite en la "Desleal", Libre, Noble, Heroica y Dramática Villa. Cualquier día del año se representaban obras por sus calles. Volvieron a resonar los apagados ecos de las alegres voces de los zagales.

Hasta aquí hemos llegado, amigo mío, se acabó la función, se acabó el sueño de este cuento belchitano. Bajaremos el telón de ese cine mudo y ciego que habíamos izado con la fantasía, y saldremos a la plaza desierta, donde el cierzo aúlla con furia. ¡Ay, Belchite! Tu heróica historia no caerá en el olvido mientras viva tu amante dramaturgo. Hasta hoy, ningún premio me puede ayudar para empezar a recuperar tu esplendor. Empero, no temas, tu historia no ha terminado aún ¡Viva Belchite!

Un abrazo

martes, 7 de diciembre de 2010

Peligro

Querido amigo:

Aquella mancha lejana que ves desde la autopista era una aldea de poco más de 300 habitantes que, poco a poco, seha ido despoblando. No merece la pena que te desvies a visitarla. Ya no hay mucho que ver en ella. Para el coche, oríllate al arcén, quiero contarte su historia.

Una madrugada hace unos años me sacaron de la cama para que fuera allá, pues habían llamado denunciando la desaparición de una criatura. El cabo se quedó de guardia y yo me acerqué a la aldea con el coche patrulla. Fui solo pues no me pareció bien despertar a ningún compañero por lo que, probablemente, sería una chiquillada.

Tardé poco más de veinte minutos en llegar hasta allí. Los vecinos iban de acá para allá, desencajados. Al parecer, en mitad de la madrugada había empezado a oírse una desesperada llamada de auxilio. Todos se habían despertado y buscaban frenéticamente. Decían que era voz de niño, o quizás de niña, no sabían identificarla.

¡Socorro, socorro! ¡Por lo que más queráis, sacarme de aquí! ¿No podéis oírme? ¡Por favor... que alguien haga algo! Tened piedad de mi. Me falta el aire... Me falta el aire... No aguantaré mucho. ¿Me oís? ¿Alguien puede socorrerme! ¡Auxilio!

En seguida me di cuenta de la gravedad del caso y pedí refuerzos. Los aldeanos, mientras tanto, se habían puesto a discutir acalarodamente en la plaza. Todos habían registrado sus casas sin encontrar nada. Nadie podía determinar de dónde procedían las voces, y éstas se repetían aumentando la consternación general... ¡Me falta el aire! Estoy a punto de perder el sentido... Por favor, que alguien me ayude...

Por radio me instaron a que regresara inmediatamente al cuartel. Alarmado, obedecí, si bien no comprendía las órdenes. Más tarde supe que aquella aldea sufría brotes psicóticos colectivos que los psiquiatras no acertaban a explicar. Hacía años que ningún alma cuerda se atrevía a aventurarse en aquel lugar, y yo me había expuesto a perecer linchado por la población enfervorecida.

Con el tiempo se ha dejado de hablar de la aldea maldita. Han debido morir todos. Unos se suicidaron y los demás se matarían entre sí, pues la ansiedad les habría despertado instintos asesinos. ¿Que cómo puedo saberlo si no he vuelto por allí desde entonces? Muy sencillo, no debe quedar nadie, nadie que auxilie a esa pobre criatura cuyas voces siguen torturándome de ansiedad día y noche... ¿Tú no las oyes?

Un abrazo

domingo, 5 de diciembre de 2010

Entrevista de trabajo

Querido amigo:

El hombre tomó asiento en frente del entrevistador, intentando aparentar calma. El entrevistador levantó la mirada del currículum y se quedó mirando fijamente al candidato. Un tipo de edad imprecisa entre los treinta y los cuarenta, bien vestido, de aspecto saludable...

Según he deducido de su currículum, es usted una eminencia en matemáticas... Concretamente en estadística. ¿Me permitiría conocer por qué razón le interesa este trabajo?

El hombre se puso serio para contestar: Es una historia un poco larga de contar. El entrevistador calló, por lo que el candidato al puesto comprendió que se le invitaba a explicarse largamente.

Cuando terminé Matemáticas, me consagré a mi tesis doctoral. Se trataba de un proyecto innovador, un programa estadístico que pretendía resolver complejos algoritmos, con infinitas aplicaciones en todos los ámbitos de la ciencia... Durante tres años malviví de beca en beca, trabajando incluso fines de semana, para sacar adelante la tesis... pero una semana antes de presentarla, una revista de Estadística de prestigio internacional publicó un artículo con conclusiones similares a las mías...

El entrevistador le ofreció un chicle, pero el matemático rehusó con un gesto de la mano.

Hube de romper el trabajo de tres años. Existía una remota probabilidad de que a alguien se le hubiera ocurrido un proyecto semejante, pero un autodidacta de un instituto de la selva amazónica preside hoy una consultoría informática de renombre con sedes en los cinco continentes... Se me adelantó una semana con su artículo.

¿Qué hizo, entonces? indagó el entrevistador, rascándose una oreja con pésimo disimulo.

Me encontraba en una encrucijada. Buscar otra tesis doctoral que me abriera las puertas académicas o trabajar en la empresa privada. Opté por opositar. Llegué al último ejercicio, un examen oral que no me suponía ningún obstáculo para aprobar, ya que dominaba la materia sobradamente. Sin embargo,... El matemático apretó los puños con rabia.

... el día del examen apenas pude levantarme por una lumbalgia. No pude presentarme y perdí la plaza. Nunca antes había padecido lumbalgia, y nunca después la he vuelto a sufrir.

El entrevistador le acercó un pañuelo de papel, que el matemático agradeció. Las pupilas de los ojos le temblaban como dos estrellas rutilantes.

En resumen, que había perdido otro año. Pensé en volver a opositar, pero al año siguiente no convocaron plazas, por lo que envié mi currículum a varias empresas, entre ellas la multinacional que había fundado el matemático aficionado que se me había adelantado una semana en publicar su artículo.

¿Y? el entrevistador le observaba por encima de las lentes de las gafas de cerca.

Acudí a las entrevistas con una copia de mi malograda tésis doctoral. Quedaron impresionados y me ofrecieron la dirección de su oficina en Europa. Sólo que...

¿Qué? el entrevistador le tendió otro pañuelo de papel. El estadístico se limpió los ojos y, repuesto, prosiguió. He trabajado tres años en una tésis sobre Estadística. Sé que las probabilidades pueden acotarse. Sé que ... que había una probabilidad entre millones de que dejara encinta a una mujer que se me cruzó una noche en un bar de copas...

No siga- rogó el entrevistador, conmovido por tales desventuras-. Escuche, si lo desea puede empezar a trabajar ahora mismo. El puesto es suyo. No todo le iba a salir mal en la vida ¿verdad?

El estadístico suspiró aliviado. Un empleo, por fin...

Al cabo de una semana, se olvidó de cerrar la llave del gas al despedirse y la hamburguesería saltó por los aires porque, no se sabe cómo, la rejjilla de ventilación estaba obturada por una errante servilleta de papel. El matemático ha vuelto a buscar empleo...

Un abrazo

Un taxista

Querido amigo:

Aquella mañana de lunes llovía intensamente. El tráfico se había convertido en un puro infierno.

Un taxista que acababa de tomarse un par de brandys se desgañitaba riñendo y pitando a todo el mundo. En un semáforo próximo, divisó a un tipo vestido con un abrigo oscuro, muy largo. Éste tiene pasta, pensó. El cliente se acomodó atrás, y luego abrió un maletín de donde extrajo un fajo de billetes que dejó en el asiento del copiloto. Todo este dinero será suyo si llegamos al aeropuerto en un cuarto de hora, ni un segundo más.

El taxista aceleró y abandonó la congestionada avenida por la primera bocacalle que encontró. Debe haber varios miles... Eso no lo gano yo ni en dos meses. Conducía sin mirar al tráfico, la vista se le iba a los billetes. Se saltó varios semáforos y cerca anduvo de arrollar a un peatón. Se montó en la acera y adelantó a varios vehículos atascados. Al llegar a la autopista, sacó un pañuelo blanco por la ventanilla como si llevara un caso grave y aceleró por el arcén.

Habían pasado diez minutos. Levantó la vista y distinguió a su pasajero por el retrovisor. Éste esbozó una siniestra sonrisa. ¿Quién será? Algún alto ejecutivo, seguro. ¿Quién si no se permitiría pagar semejante suma por una carrera de taxi?

Entonces, el pasajero, como si hubiera leído los pensamientos del taxista, se desabrochó el botón superior del abrigo descubriendo un alzacuellos. El taxista abrió unos ojos enormes y se giró para comprobar si su imaginación no le engañaba. El viajero seguía sonriendo, mostrando una tétrica dentadura. Trece minutos, indicó el taxista, procurando disimular su turbación.

Al volver la mirada hacia la carretera, apenas pudo reaccionar... Hundió el pie en el freno para evitar empotrarse contra un furgón quehabía parado en el arcén. El taxi chocó lateralmente con el quitamiedos y salió rebotado hacia el furgón. El airbag se disparó ocultando el mundo tras él. Cuando el taxi se detuvo por fin, el taxista no halló ni rastro de su pasajero ni del fajo de billetes. El furgón, que había resultado indemne, portaba un letrero en una ventanilla lateral que rezaba Madrid-Los Ángeles. En ese momento, el cronómetro marcaba dieciséis minutos, y el taxista comprendió que acababa de escapar de las garras del mismísimo diablo.

Un abrazo

domingo, 21 de noviembre de 2010

Amén

Querido amigo:

Anoche me desvelé de nuevo, así que me levanté y me asomé al balcón. Me extrañó no ver a nadie por las calles desiertas.

Esta mañana he sabido que anoche la ciudad se vistió de luto. Toda la vida nocturna se había mudado al piso de una pobre anciana, donde se había improvisado un extravagante velatorio. Anoche se le rindió el último adiós, y ante sus flacos restos desfiló una cariancotecida tropa de meretrices, camellos, macarras, chaperos, timadores, borrachos, juerguistas, gogós, camareros, jugadores, mafiosos y algún que otro hombre respetable... Ante la finada, todos callaban recuerdos que valía más ocultar.

Al amanecer, ya sólo quedaban los hijos de la difunta, cuando se presentó un eminente político para rezarle unos padrenuestros. Antes de despedirse, depositó una barra de carmín sobre la caja. Me crucé con él en la entrada del cuarto. Luego, los pocos que allí quedábamos, nos trasladamos a la iglesia. Mientras le dedicaba el responso, derramé una lágrima por los secretos que se iban a entregar a la tierra.

Las beatas de siempre bisbiseaban sus oraciones en un rincón, ajenas a las exequias. Una de ellas, que viste siempre de diseño, es esposa del político que me había topado en el velatorio. Se sienta siempre en el primer banco junto a la esposa de un distinguido banquero. En el silencio que siguió tras bendecir el pan y el vino, la esposa del banquero cuchicheó... ¿Quién es la difunta a la que tan sentido sermón le dedica el cura? Hube de reprimir un grito desde el altar cuando la mujer del político, respondió con desdén... Aquella vieja sinvergüenza que hacía la calle en la plaza...

Un abrazo

viernes, 19 de noviembre de 2010

Unos caminantes

Querido amigo:

Un día de finales de agosto, dos jóvenes españoles iban juntos por el arcén de una carretera que se alejaba de París. Aunque estaban acostumbrados a dormir poco y andar mucho, mostraban un aspecto calamitoso después de dos días de fiesta sin pegar ojo. Además, no tenían un chavo en los bolsillos.


Cuando el sol apretó, se detuvieron a descansar bajo una sombra. Desde la radio de una casa vecina, les llegaron los sones de Lili Marleen, y ambos jóvenes se sumergieron en la nostalgia... Al terminar la canción, pasó un buen rato hasta que uno de ellos rompió el silencio: Hace unos años, una mañana muy fría de invierno, viajaba en un vagón de metro atestado de gente. Unos y otros nos dábamos calor con nuestra presencia. Recuerdo haber cerrado los ojos y, por unos instantes, entre Sol y Cuatro Caminos llegué a imaginar que me encontraba aquí, ahora... La canción me ha evocado aquel momento, como si entre aquel momento y el presente se hubiera cerrado un bucle de mi vida. Como si hubiera vivido ambos instantes a la vez.

Su camarada le confesó que extrañaba mucho a su pueblo, su familia, su novia,... y que había decidido regresar a España. Si no hay trabajo, ya me apañaré. En peores nos las hemos visto. También a mi me ha llegado hondo la canción. ¿Y tú?

No, respondió el compañero, perdida la vista en la carretera. No puedo volver ahora. Presiento que aún tengo mucho que hacer fuera. Muchos bucles que deshacer en mi vida... Creo que iré a Alemania. Me siento incapaz de renunciar al sueño.

Sobraron más palabras. Al cabo de unos minutos se incorporaron y se despidieron con un abrazo. Uno tomó rumbo al este, por la carretera de Nancy, el otro hacia Burdeos. Dos jóvenes anarquistas caminaban sin rumbo después de haber luchado para liberar París en agosto de 1944.

Un abrazo

domingo, 14 de noviembre de 2010

Un laberinto

Querido amigo:

Cierto día un hombre que había salido a pasear se extravió por un sendero que nunca había tomado antes. Anduvo durante horas sin saber donde se encontraba; anduvo hasta que le sorprendió la oscuridad; y anduvo toda la noche, ... totalmente perdido.

Al levantarse la aurora, oyó una voz que atronaba desde el cielo: No estás solo en el laberinto. Hay alguien más en él. Quienquiera de los dos que primero dé con la salida abandonará el laberinto. El otro permanecerá perdido en él para siempre. Con el tiempo, el hombre pudo acostumbrarse a convivir con la ansiedad.

Al cabo de muchos años recorriendo en solitario los interminables vericuetos del laberinto, había agotado toda esperanza. Hasta que por fin encontró una huella... Se quedó paralizado, aturdido por tantas incertidumbres como le atormentaban. ¿Habrá salido ya? ¿O quizás haya encontrado antes mis huellas y aceche para tenderme una trampa?

Cautivo de sus aprensiones, extremó la atención en cada uno de sus pasos. Al volver una esquina descubrió al otro, dormido en el suelo. Se acercó a tientas, conteniendo la respiración, cuidándose de no provocar el menor ruido...; y de un golpe certero... asesinó al rival. Jadeante aún de tanta tensión, se dejó caer junto al cadáver. Al menos, tarde o temprano, descubriré la salida y volveré a ser libre. Al mirarse las manos manchadas de sangre, comenzó a sentirse extraño, mas no tuvo tiempo de sentir remordimientos, porque una voz del cielo clamó... ¡uno de los dos ya ha franqueado la salida del laberinto!

Un abrazo

Un actor

Querido amigo:

Anoche fui testigo de la última función del maestro; pero vayamos por partes.

Hace año y medio ingresé en su compañía teatral para cubrir la vacante que había quedado para el papel de Christian en la obra Cyrano de Bergerac. La compañía lleva interpretando el clásico desde hace casi 40 años en un pequeño teatro de barrio de París.

El maestro debutó entonces encarnando al enamorado Christian. En aquella época el maestro tenía mi edad y, al igual que yo, presentaba buena planta para el papel del tímido galán. Con los años pasó a interpretar al narizotas de Cyrano, papel que ejercía desde hacía poco más de 20 años.

Por nuestro coqueto teatro hemos pasado generaciones y generaciones de jóvenes actores. El maestro se ha enamorado secretamente de todas sus Roxanes, ha recitado encendidos versos para todos sus Christians,... se ha batido contra todos sus enemigos... la calumnia, el dinero, los prejuicios, la cobardía, la estulticia y, sobre todo, con el más temido de todos, el paso del tiempo...

Anoche se despidió de las tablas después de una larga carrera dramática. Interpretaba a su último Cyrano. Yo me había apostado tras el bastidor para ver el final de la obra. Llegó la escena del moribundo Cyrano, delirando espada en mano hasta desplomarse. Roxane se inclinó sobre el inerte Cyrano y... ocurrió algo maravilloso... el maestro se incorporó y estrechando a Roxane entre sus viejos brazos... por primera vez en 20 años... la besó en los labios.

Un abrazo

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un barrendero

Querido amigo:

Una fresca madrugada de mayo, un barrendero de origen indio limpiaba las aceras de un puente de la ciudad de Estocolmo. Era muy temprano y el barrendero silbaba una alegre melodía, animado por la espectacular belleza del alba que se elevaba sobre las aguas de la ría. A esas horas la ciudad apenas estaba despertándose, por lo que le sorprendió distinguir a un hombre acodado sobre la barandilla del puente.

Súbitamente, aquel extraño se encaramó al pretil del puente. Nuestro barrendero arrojó su cepillo y corrió hacia él gritando... ¡alto, alto! Al acercarse se encontró con un hombre maduro y distinguido, asomado con angustia a las heladas aguas. El hombre se quedó mirando al barrendero con desesperado vacío temblando en las pupilas de los ojos.

Toda mi vida he ansiado la libertad... , comenzó a decir en inglés. Toda mi vida luchando por abrir un camino a través de las circunstancias... Usted no lo entiende, me he traicionado, y he traicionado al mundo entero.

El barrendero indio se arrimó al hombre, hincándose también sobre el pretil del puente. Tomándole la mano le replicó... La vida requiere coraje para vivirla, said. Sólo los héroes se imponen a sus circunstancias. Said está fatigado de tanto luchar y ahora desea dejarse llevar por la corriente... Said aún no me ha traicionado a mí. Si said salta, moriré con said. ¡Sálveme, said!

El hombre se apeó del pretil con el barrendero indio de la mano. Ya en la acera, el hombre se alejó andando muy despacio. El barrendero indio le siguió con la mirada hasta que le perdió de vista. En ese momento se apagaron los faroles del puente y el sol despuntó por el horizonte.

Aquel mismo día, al anochecer, el hombre del puente recibía el premio Nobel de la Paz en medio de una calurosa ovación.

Un abrazo


jueves, 11 de noviembre de 2010

El primer amor

Querido amigo:

¿Te acuerdas? Hace ya muchos años, una tarde de primavera. El abuelo iba en manga corta y tú y yo, todavía mozuelos, sentíamos frío. Tú estabas triste porque acababas de perder tu primer amor. Al verte tan compungida, el abuelo se quedó ausente por unos instantes... el primer amor, el primer amor nunca se olvida... pasan los años, un día te cruzas con él y sientes temblar el piso bajo tus pies...

Preguntaste al abuelo cómo se llamaba su primer amor, y él evocó un nombre... María..., se llamaba María,... pero ya ha pasado mucho tiempo de aquello. Éramos casi unos niños. No lo comprenderíais. No me gusta hablar de eso.

¿Te acuerdas?

La semana pasada saqué a pasear al abuelo por el parque. El pobre ya no tiene memoria y tan sólo habla de su más temprana infancia. Recuerdo que el parque estaba alfombrado por la primera colcha de hojarasca del otoño. Esta vez, era yo quien llevaba manga corta y el abuelo quien tenía frío.

Nos sentamos en un banco, le tomé la mano para calentársela entre las mías. En el banco de enfrente se sentó una muchacha, que me recordó a ti, que llevaba del brazo a otro abuelico. Fue entonces cuando sentí temblar la mano del abuelo, y calor, mucho calor... Se había quedado como embobado, mirando fijamente a la pareja que formaban el abuelo y la muchacha sentados justo enfrente. Confieso que me asusté por unos instantes. Sientes temblar el piso bajo tus pies... recordé.

Al cabo de unos minutos, la muchacha se puso en pie y con incomparable dulzura le dijo a su abuelillo... ande, señor María, no sea perezoso...

Un abrazo

domingo, 7 de noviembre de 2010

Una de pueblo

Querido amigo:

Hacía media hora que esperaba sentada en el velador de un café. Ante ella, una taza con los restos de una infusión y un cenicero que ya acumulaba tres humeantes colillas. Llevaba poco tiempo en la gran ciudad y podía llegar a sentirse muy sola. Al fin, vio en la puerta a su único amigo, y sacó fuerzas para sonreír.

El muchacho le dio dos besos. Traía las mejillas heladas. Pidió un café con leche y se sentó enfrente, frotándose las manos. Se disculpó por el retraso. Tenía mucho lío en el trabajo, y luego había quedado con unos amigos de la facultad.

¿Cómo estás? Un poco cansada. No duermo muy bien últimamente. Pesadillas.

Hay que animarse, chica. Y ella hubo de morderse los labios para disimular.

¿Algún trabajo? Nada aún. Se me hacen muy largos los días esperando... Esperando... a que... Por otra parte... El camarero interrumpió sus palabras al servir el café con leche.

¿Y en el piso? Bien. Cada cuál hace su vida y apenas nos vemos. Todos andan muy ocupados. Hay una chica que parece maja, pero llega muy tarde del trabajo. Nadie parece tener tiempo para nadie... Tendré que acostumbrarme... En el pueblo,.. bueno, no quieren saber nada de mi desde que...

Sonó el teléfono del amigo, que hizo una mueca de fastidio: Tengo que irme. Son los de la facultad... Otro día me cuentas con más calma. Espero verte más animada entonces. Anda, dame dos besos.

Ella se quedó sola de nuevo. Ella, claro, no era amiga de la facultad.

Un abrazo

sábado, 6 de noviembre de 2010

Un joven doctor

Querido amigo:

El joven doctor se sentó a la mesa para cenar. Los problemas de sus pacientes le mantenían absorto en sus pensamientos, y se tomaba la sopa en silencio. Tampoco mediaban palabra sus padres y hermanas.

¿Has visto últimamente a aquella señora que vivía en un chalet a las afueras? - inquirió de pronto a su madre. La madre del joven doctor se ganaba la vida como chacha, limpiando casas. Le contó que había limpiado la casa de la señora aquella misma mañana, y que ésta ya no vivía a las afueras.
¡Eso era antes, con el otro marido! ¡Cuánto la hizo sufrir aquel vividor! No, a aquel le dió puerta cuando se enteró de que tenía no sé cuántas queridas y que llegaba a las tantas a casa porque había estado divirtiéndose con ellas. Lo plantó y se mudó al centro. Se volvió a casar hace un año y le ha cambiado la cara a la pobre. Hasta espera un bebé y todo. El otro no quería saber nada de niños...
El joven doctor se acabó la sopa y se encendió un cigarrillo. No quiso decir nada, pero aquella mañana había reconocido al vividor en la morgue del hospital. Al parecer, había ingresado con sobredosis de cocaína hacía dos semanas, y nadie le había echado de menos desde entonces. El joven doctor pensó para sí que valía más no turbar un feliz embarazo con amarguras del pasado.
Un abrazo

jueves, 4 de noviembre de 2010

Desustanciados

Querido amigo:
Empecemos paseando por el pasado. Remontémonos muchos siglos atrás, hasta la fundación de nuestro pueblo, nuestra ciudad. Imaginemos cómo lucía entonces el territorio sobre el que ahora nos asentamos.
Sólo así comprenderemos cómo evolucionó nuestro pueblo con el paso de los tiempos. Deshojando los años que nos separan, vislumbraremos la esencia de nuestra villa. Un valle; un bosque; un río; fértiles campos; verdes pastos; caza; un lago; un mar; un cruce de caminos; un bastión defensivo, un abrigo frente al viento; etc... Nuestros ancestros no eligieron al azar sus asentamientos, sino que buscaban las plazas más idóneas o estratégicas, bien para abastecerse de lo necesario para sobrevivir, o bien para dominar vastas extensiones de terreno.
Con el tiempo, muchas poblaciones han ido mudando su esencia original. Unas han ido a más, otras han venido a menos. Hoy en día, pocos lugares recuerdan ya cómo fueron en un principio. Las franquicias comerciales acaparan los centros históricos de las ciudades, que acaban por parecerse entre sí. Hoy en día, la economía reduce las poblaciones a meros mercados. Esa economía que sólo razona con intereses y beneficios, no considera rentables los mercados pequeños, y por eso construye grandes urbes, menos costosas de abastecer, en detrimento de otros pueblicos, más modestos, que acaban por olvidarse en la cuneta de nuestras carreteras.
Y así, amigo mío, nos hacinamos todos en el mismo lugar, nos olvidamos de la esencia que nos hizo como somos y que nos diferenciaba de los demás, y nos convertimos en meras presas de la publicidad, todos iguales, igualicos. Lamentablemente iguales.
Un sentido abrazo

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Un consultor

Querido amigo:
La consultoría había sido un puro delirio desde primera hora de la mañana, pues al día siguiente vencía el plazo para entregar unos informes al juzgado. Previendo que el trabajo se prolongara hasta bien entrada la madrugada, el jefe de equipo se concedió media hora para almorzar con su esposa. Aquella mañana desayunando, él había prometido que comerían juntos al mediodía.
Ella siempre se lamentaba del poco tiempo que el trabajo de él les brindaba; y confesaba que, a menudo, se sentía muy sola. Él siempre prometía que pronto buscaría un empleo más tranquilo, y que pasarían todas las tardes juntos. Pero nunca llegaba el momento propicio para dejar la consultoría.
Al verla aguardándole en el portal del alto edificio de oficinas, el consultor se sintió feliz. Se besaron, se cogieron de la mano, y se dirigieron sin hablar hacia un restaurante cercano. Mientras tomaban el primer plato, ella empezó a contarle que había conocido a un hombre...
El experimentado ejecutivo sintió que le abandonaban las fuerzas. Su móvil sonó sobre la mesa, y él apenas se movió, escuchando a su esposa con el corazón en vilo.
Tras los postres, salieron muy abrazados del restaurante, y estuvieron paseando por un parque vecino. Sobraban las palabras. La esposa sonreía como sólo una mujer madura puede hacerlo, después de captar la mirada furtiva de un hombre, prueba incontestable de que aún conserva su atractivo.
De vuelta en la consultoría, el director le llamó a su despacho. Hacía más de dos horas que faltaba, y no había contestado a ninguna de las múltiples llamadas que le habían hecho. -Váyase de aquí ahora mismo, porque está usted despedido-, culminó, severo, el director.
-Me da igual-, respondió el consultor, encongiéndose de hombros. Dejó el móvil encima del escritorio del director, se dió media vuelta y se marchó. Los demás consultores se sonreían por lo bajo al verle abandonar la oficina. Luego, volvían a agachar las cabezas ante los ordenadores, sin dejar de teclear compulsivamente.
El consultor se iba feliz; su corazón brincando de contento, pues bailaba al ritmo de las últimas palabras que su esposa le dijera al terminar el postre: ...buen provecho, amor mío.
Un abrazo

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi abuela

Querido amigo:

Te pido disculpas de antemano, pero hoy te voy a contar algo sobre mí. Mejor dicho, te hablaré de mi abuela.

Cuando los seres amados parten, nos dejan muchos recuerdos. Sin embargo, hay memorias que no se alteran, tan intensas, siempre vivas, nítidas en el alma... De entre tantos momentos juntos, sólo nos quedan esos instantes, pocos instantes que definen un ser, inolvidables...

A finales de agosto de 1998 viajé a Nancy, al noreste de Francia, para comenzar mi último año universitario. Por primera vez en mi vida me separaba tanto tiempo de mi familia.

En Nancy me instalé en una residencia, a dos pasos de la escuela universitaria, junto a otros amigos y compañeros de estudios. Durante las primeras semanas, hubimos de correr de aquí para allá para abonar un rosario sin fin de facturas: la fianza de la residencia, el seguro para la habitación, la matrícula de la universidad, libros de texto, el permiso de residencia de la gendarmería, etc... Además de otras gestiones para las cuáles poco me ayudaba mi escaso nivel de francés de entonces. Al principio, las clases se nos hacían especialmente duras.

El primer sábado de septiembre, la delegación de alumnos de la escuela celebró una gran fiesta de inauguración del curso escolar, a la que fuimos invitados todos los estudiantes foráneos. A la mañana siguiente, me sentía a morir. Aquel domingo me lo pasé recorriendo las calles y parques de Nancy, bajo un cielo gris plomizo. Al caer la tarde, telefoneé a casa, como cada domingo. Enseguida me notaron la tristeza en la voz. Finalmente, tras haber intercambiado breves diálagos con todos -pues corría el contador-, escuché la voz de la abuela.

Para aquella época, la abuela ya manifestaba síntomas de una incipiente falta de memoria que terminaría por socavar los últimos años de su vida. Sin embargo, al sentir el primer temblor en mi voz, la abuela me instó a henchirme de valor. ¡Coraje! ¡Coraje! ¡Nada de lágrimas! ¡Mira que me voy allí si hace falta!

Aquello me despertó la primera sonrisa del día... Frisando los ochenta ¡la abuela se iba a presentar en Nancy! Me tragué el nudo que me atenazaba la garganta, y desterré la tristeza de mi corazón durante los meses que seguirían hasta regresar a casa con los estudios terminados.

Así era mi abuela, amigo mío.

Un abrazo

domingo, 31 de octubre de 2010

Conciencia

Querido amigo:

Todos hemos sentido alguna vez la contradicción entre la moral y la conciencia. La ética de la sociedad donde residimos dicta normas de comportamiento: unas emanan de la razón -no matar, no robar, no mentir-, y otras se han convenido a lo largo de los tiempos para facilitar la convivencia. Éstas últimas suelen poseer matices culturales inherentes al pueblo donde se generan.

A menudo, la vida nos enfrenta a tales convenciones éticas. A menudo, amigo mío, sentimos que nuestra conciencia se resiste a amoldarse a las rigideces éticas, y anhela expansionarse y volar libre como pájaro. En verdad que no hay más inexorable censor que nuestra propia conciencia. Si vivimos en paz con nuestra conciencia ¿importa acaso contravenir las reglas morales? Difíciles cuestiones, por ejemplo, robar lo que sobra a un rico para repartirlo entre los pobres, o mentir por amor, o desobedecer leyes que atentan contra nuestra conciencia, o atentar contra un tirano, etc...

Amigo mío, la cobardía es el único pecado que nuestras conciencias no perdonan jamás.

Un abrazo

jueves, 28 de octubre de 2010

Perdedores

Querido amigo:

¿Quién pierde? ¿Quién gana? No va más... Gira la vida, par y negro, rojo impar, ... como una ruleta en la que, más tarde o más temprano, lo perdemos todo. Todo...

Amigo mío, parafraseando a los cómicos del teatro: en la vida ni se pierde ni se gana, sino todo lo contrario. No va de suertes esto, no nos jugamos los sentimientos a cara o cruz. Amigo mío, nosotros somos perdedores natos...

Tenemos madera de perdedores, se nos luce a la legua... porque en una carrera esperamos al farolillo rojo para llegar juntos a la meta; porque siempre animamos al débil frente al fuerte; porque todos dicen que no tenemos los pies en la Tierra; porque desdeñamos la victoria si ésta amenaza nuestros principios... ; porque confiamos en la palabra de los demás; porque siempre damos otra oportunidad a quienes se equivocan; y por muchas bondades más, somos perdedores.

Amigo mío, nadie nos verá llorando por perder, sino felices, para exasperación de los "ganadores". En la victoria y en la derrota aflora lo mejor o lo peor de nosotros. Eso sí, perdedores natos como somos, la batalla final y definitiva siempre nos sonríe a nosotros.

Un abrazo

domingo, 24 de octubre de 2010

Sobreprotegidos

Querido amigo:

La Historia se alimenta gracias a que las generaciones velan por las generaciones futuras, que a su vez, de padres a hijos, cuidarán de las venideras. Todos los seres humanos tenemos derecho a procrear, aunque no siempre tengamos clara la responsabilidad de traer un nuevo ser al mundo.

Sobre cómo educar a la prole hay muchas discrepancias, motivadas por razones ideológicas, religiosas, culturales, éticas, etc... Disensiones que derivan de diferentes concepciones del futuro para el cual los progenitores han de preparar a sus vástagos. Así, habrá quienes antepongan las creencias religiosas como guía principal para el futuro; habrá quienes sobrecarguen de estudios a sus hijos para que algún día prosperen en la escala social; habrá quienes se consagren para que sus hijos posean todo aquello que a ellos se les negó; habrá quienes transmitan valores de respeto, convivencia y amor, etc...

Un futuro de paz y convivencia requerirá ciudadanos pacíficos y valientes. Un futuro autodestructivo se compondrá de cobardes. Un futuro de egocentrismos y frivolidad surgirá de personajes en extremo competitivos y caprichosos, los de ganar a toda costa. Un futuro de incomprensión e intolerancia provendrá de personas que impongan ideologías o creencias, incluso a la fuerza, a los demás.

Entre todos estos modelos de futuro, especial preocupación merecen aquellos hijos cuya capacidad de resistencia ha sido inhibida por un exceso de celo de cuidado por parte de sus padres, con el riesgo de llegar a convertirse en personas indolentes y mansas, enemigas de los problemas, fácilmente manipulables ante los abusos del poder, y proclives a deprimirse ante la primera dificultad. Son los sobrepotegidos.

Un abrazo

sábado, 23 de octubre de 2010

Paradigma

Querido amigo:

Un paradigma es un ejemplo, diríamos que un modelo teórico que explica realidades más complejas y diversas. El mundo precisa urgentemente de un paradigma que comprenda sus fallos y virtudes.

Dicho paradigma ha de comprender nuestras reacciones humanas bajo cualquier sistema político, económico o social; un paradigma del individuo y de las sociedades. En efecto, hemos de entendernos a cada uno de nosotros como individuos, y además hemos de profundizar en la conducta de las sociedades. Individuo y sociedad son dos dimensiones humanas diferentes. A menudo, un colectivo, una sociedad deriva hacia aberraciones que se rechazan en un plano individual. La Historia se prodiga en tristes ejemplos de tal hecho.

El paradigma que buscamos, amigo mío, ha de comprender las reacciones de los individuos y las sociedades en el contexto mundial actual de desigualdad, de miseria extrema junto a vergonzosa riqueza. Urgentemente hemos de detectar por qué el mundo ha fracasado en su anhelo de concordia y paz; reconocer nuestros errores forma parte de la solución. Urgentemente porque las desigualdades entre "primer mundo" y "tercer mundo" no pueden sostenerse por más tiempo; porque hemos de evitar que se repliquen nuevas conflagraciones mundiales.

Amigo mío, las dos guerras mundiales del siglo XX sacudieron la Historia de la Humanidad como un terrible seísmo cuyas réplicas aún se sienten en el mundo actual. Ahora ha llegado el momento de sembrar la paz del futuro, por lo que se exigen cambios perentorios. Dichos cambios, amigo mío, implicarán un ritmo de vida más moderado por parte de las sociedades más consumistas, para compensar las mejoras que habrán de experimentar las hasta ahora menos favorecidas.

La Tierra es como una habitación cerrada donde debemos entendernos. Renunciaremos a instintos depredadores y compartiremos lo que hay. Renunciar se antoja difícil, sobre en todo aquello que atañe a los sentimientos. Tradiciones, lenguas maternas, lujos innecesarios, etc... se sacrificarán por una paz duradera y estable.

Amigo mío, indaguemos en nuestro alma y encontraremos el anhelado paradigma humano que responda a las necesidades del avenir.

Un abrazo

viernes, 22 de octubre de 2010

Arte liberador

Querido amigo:

Hemos reflexionado mucho sobre los muchos personajes que conviven en la personalidad de cada uno de nosotros, cuya revelación representa, en sí misma, una búsqueda a través de las diversas experiencias que podamos atesorar en nuestras vidas.

Nos provocaba, amigo mío, una continua insatisfacción y desazón el hecho de que jamás lleguemos a descubrir muchas de nuestras personalidades, dada la finitud de los límites espaciales y temporales en los que transcurren nuestras vidas. En otras palabras, como no sabemos viajar en el tiempo, ignoramos qué habilidades hubiéramos descubierto de haber vivido en la Edad Media; o ignoramos qué habilidades se nos revelarían de haber nacido en un algún lugar lejano al nuestro.

Amigo mío, sólo la fantasía puede liberar nuestro desasosiego vital. En efecto, los seres humanos escapamos de nuestra finitud a través del Arte, el cuál nos brinda la posibilidad de descubrirnos más allá de los límites del tiempo y del espacio. Así se explica esa necesidad de escuchar historias, de asomarse a otros mundos a través de imágenes, de conocer a personas que vivieron hace miles de años a través de sus bustos, de volar con la imaginación a través del misterioso lenguaje musical. El Arte, pues, nos acerca un poco más a la eternidad.

Un abrazo

jueves, 21 de octubre de 2010

Enamorarnos

Querido amigo:

Hay más de un estudio científico que relaciona el enamoramiento con la generación de sustancias en nuestro cuerpo que nos provoca felicidad, bienestar y gran optimismo. Incluso hay ensayos médicos para replicar la exultación del enamoramiento en pacientes que requieren una buena dosis de energía para superar sus males. El amor, junto al miedo, las dos fuerzas que rigen nuestros destinos.

Amigo mío, cabe preguntarnos si podemos enamorarnos sin percatarnos de ello conscientemente. Cuántas veces habremos sentido acelerarse nuestro pulso, unas irresistibles ganas de sonreír o una avalancha de bienestar ante la presencia de cierta o ciertas personas, sin sospechar que nos hemos enamorado íntimamente de ellas. De ser así, se comprendería el dicho de que el amor es ciego, que no distingue sexos, edad, razas, etc... Comprenderíamos que podemos sentir un flechazo, porque hay todavía mucho en nuestro corazón y nuestra mente que escapa a nuestro control racional.

No hay que mezclar estos enamoramientos con la atracción sexual, que también escapa a nuestro control. En efecto, podemos enamorarnos del autor de una carta, del compositor de tal canción, cuya lectura o escucha nos encienden de pasión. Se trata de un amor que ni siquiera reconocemos conscientemente, porque pertenece a esferas tan íntimas que no puede reflejarse en pensamientos, ni en contactos físicos como el amor de pareja.

Amigo mío, vive tan enamorado como puedas, que la vida te parecerá diferente, que brillarás iluminando a los demás, que vivirás plenamente. Enamorarnos sin saber que estamos enamorados... suena bien.

Un abrazo

domingo, 17 de octubre de 2010

Gratis

Querido amigo:

Te apremio a desterrar el nefando pensamiento del todo tiene un precio. Aceptándolo nos derrotamos a nosotros mismos, pues confesamos que también nosotros tenemos un precio. ¡Terrible! Podremos tener un precio pero, por muy alto que sea éste, habremos vendido nuestra dignidad.

Apelando siempre, amigo mío, a la imaginación, contribuyamos a propagar el altruismo y la filantropía por el mundo entero. Sólo un sistema perverso osa a preciar a las personas, y no debemos consentirlo. No todo tiene un precio, gritemos a los cuatro vientos.

Cuántas veces nos incomodamos al recibir un detalle generoso de los demás, creyéndonos en deuda y con el compromiso de corresponder. Cómo recelamos ante la palabra gratis. En efecto, el mercantilismo grosero ha adulterado el término. Revindiquemos la hermosa humanidad que conlleva entregarnos sin esperar nada a cambio. Nos sentiremos más libres, y no volveremos a sonrojarnos ante las dádivas con las que nos obsequien.

Un abrazo

Belleza

Querido amigo:

Misteriosamente, aquello que place a unos, disgusta a otros. Nada hay escrito sobre gustos, concluimos entonces. Semejante misterio del alma, ... que nos emocionemos contemplando una obra de arte, leyendo unos versos o abandonándonos al ritmo de una melodía pegadiza; y por el contrario, nos repugnen ciertos insectos, o la vista de la sangre...

Platón abordó el enigma, sugiriendo las ideas perfectas o ideas platónicas que moran en el alma, eternas, sin principio ni fin, imperecederas. Carecemos de argumentos para contradecir al sabio Platón en cuanto a la infinitud de las ideas perfectas, mas podemos sentir la presencia de las mismas. Al crecer, nuestro aprendizaje consiste en acumular ideas perfectas o, mejor dicho, patrones, en nuestra mente. Ignoramos si heredamos genéticamente dichos patrones o si sólo los adquirimos de nuestro entorno, pero en ellos se encierra nuestro juicio de lo bello y lo desagradable.

Más sorprendente aún se nos muestra nuestro mecanismo de percepción, mediante el cuál nuestra mente compara los estímulos que capta del mundo que nos rodea con nuestros patrones mentales -adquiridos a través de un largo aprendizaje vital-, de manera que ignora toda aquella novedad para la que no halla patrón previo. En cualquier caso, demostramos que la belleza reside en nuestro cerebro, y que por tanto, es susceptible de evolucionar a medida que aprendemos de la vida y del entorno.

Amigo mío, ahora que sabemos que la belleza nos pertenece íntimamente, homenajeemos a la vida con actos hermosos; sea lo que sea a lo que nos dediquemos, imprimámoslo de belleza, convirtámoslo en obra de arte, en patrón o, tal vez, idea inmortal.

Un abrazo

Madurez

Querido amigo:

¿Cuándo crees que las personas pasamos de niños a adultos? Así como la juventud nada tiene que ver con la edad, tampoco la frontera entre la niñez y la madurez. Maduramos cuando nos concienciamos plenamente de quiénes somos, aceptándonos y sintiéndonos parte de una comunidad en la que quiénes conviven con nosotros poseen los mismos derechos y deberes, con sus sentimientos propios.

Cuando nacemos no sabemos valernos por nosotros mismos, y el cariño y las atenciones que se nos prodigan pueden alimentar el egocentrismo en nuestro espíritu. La educación ha de orientarse para que comprendamos el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Madurar significa respetar. Hay quienes maduran antes que otros, y hay quienes, lamentablemente, no madurarán nunca por no haber recibido a tiempo las debidas orientaciones. No es cuestión de edad.

No es fácil conocernos a nosotros mismos y madurar. Madurar es un camino de vida en sí. Al fin y al cabo, sólo podemos juzgarnos a nosotros mismos dentro del entorno en el que vivimos. Ignoramos en qué personas devendríamos si habitáramos otros entornos espaciales y temporales. No podemos comparar nuestro presente con cómo habríamos madurado de haber vivido en una aldea de la Edad Media, o durante una conflagración civil. La capacidad humana de adaptación a diferentes contextos posee sus límites, y madurar implica encontrar esas otras muchas personas que conviven en nuestro propio espíritu y que, tal vez por falta de experiencias vitales, nunca llegarán a manifestarse ni a descubrirnos esas facetas que cada uno de nosotros oculta en si mismo.

Madurar, por tanto, requiere muchas experiencias de vida, en las que buscaremos todos esos individuos que somos o, potencialmente, podemos ser. Descubriéndonos plenamente, nos aceptaremos y comprenderemos el pleno y hermoso sentido del respeto.

Un abrazo

martes, 12 de octubre de 2010

Sueños

Querido amigo:

Dormir es uno de nuestros grandes misterios. Sabemos que soñamos, pero todavía especulamos sobre los sueños, sus causas y funciones. Cuando despertamos, algo confusos, apenas recordamos la vida que vivíamos instantes antes.

Suponemos que nuestro cerebro transforma en sueños toda aquella realidad que captó sin que nosotros mismos fuéramos conscientes. De confirmarse esta teoría, inquieta pensar que sólo gobernamos una mínima parte de nuestro cerebro, y que éste actúa independiente absorbiendo y procesando una realidad que nos es ajena. En cierta manera, parece que cualquier ser humano vive permanentemente al borde de la "locura", y que cualquier día podemos despertar y cuestionar por entero el mundo que nos rodea.

Todos hemos experimentado vivas emociones en sueños. Soñando hemos gravitado, nos han perseguido, hemos huido corriendo sin apenas avanzar un paso, nos hemos sumergido en abismos marinos sin poder respirar, nos han mordido feroces bestias, hemos reído a carcajadas, o llorado sin motivo, hemos creído no poder dormir, etc... Los sueños, al menos lo que podemos recordar de ellos, siempre cuentan historias a medias. ¡Pero tan vívidas!

Los sueños usan de su propio y misterioso lenguaje, de su propia realidad que desafía toda lógica. Los sueños construyen un mundo con autenticidad y realismo. Tal vez, si los sueños han captado un mundo, significa que ese mundo existe y es veraz. Tal vez, amigo mío, cordura y locura se dan la mano mientras dormimos. Tal vez, la vida y la realidad no es tal y como creemos racionalmente que es.

Un abrazo

lunes, 11 de octubre de 2010

La Manzana Prohibida

Querido amigo:

La vida animal debe su continuidad sobre el planeta a la atracción entre hembras y machos de casi cualquier especie. Como animales, los seres humanos también compartimos tal deseo. La diferencia con otras especies se halla en que nosotros racionalizamos esta llamada más allá de los instintos puramente biológicos.

A los procesos de detección del sexo contrario, del sentimiento de atracción, del cortejo y la seducción, del juego amoroso, de la constitución de la pareja, la procreación, la maternidad o paternidad, etc... los seres humanos mezclamos, además, sentimientos de posesión, celos, pudor, etc...

A lo largo de la historia, las sociedades humanas han considerado el sexo como un tabú. Quién sabe si por el pudor de confesar sentimientos, acto en el cuál desnudamos nuestro espíritu; o por el rígido modelo que no concibe otra relación que la unión conyugal; o porque los místicos y religiosos ven en el sexo un obstáculo para alcanzar la plena liberación del alma... El hecho es que hoy en día se sigue ocultando con vergüenza esta faceta esencial de cualquier ser humano, como un pecado inconfesable, ...; y lo que es peor, se vacía de sentimiento y se manipula la misma para servir intereses mercantiles, se banaliza.

El debilidad de los gobernantes por el sexo ha destruido imperios; una mala película puede salvar su taquilla si incluye algunas escenas sexuales; la publicidad recurre a diario a reclamos sexuales para exhibir hasta los productos más cotidianos; la prensa rosa nos invade con amoríos los medios de comunicación; la pornografía mueve al año cientos de millones. El sexo continúa inspirando irresistible morbo debido a que la sociedad lo concibe aún como la fruta prohibida, lo que induce a las mentes menos escrupulosas a utilizarlo y desnaturalizarlo.

Tal vez, el nuevo hombre del futuro devolverá al sexo el sentido humano intrínseco que posee, y lo protegerá de ataques maliciosos, de censuras y reproches, de tabúes, pudores, vergüenzas y cadenas.

Un abrazo

Un Deber con la Sociedad

Querido amigo:

Como ciudadanos, tenemos el deber de ser felices. Nuestra felicidad honrará a nuestros conciudadanos; el mejor homenaje que podemos tributarnos.

No obstante, nuestra sociedad aún tiene mucho que evolucionar hasta alcanzar la plena felicidad. Somos seres humanos, débiles y vulnerables, que tenemos el derecho a la tristeza. Resulta harto difícil alegrar el alma ante el dolor, la muerte o la calamidad. Superar las adversidades significa asumir nuestra debilidad y vulnerabilidad, y pese a ellas, aspirar a la felicidad.

Sin embargo, como todas las utopías, la sociedad feliz tiene su fondo de realidad: el futuro será testigo del nuevo ciudadano, capaz de quebrar la disyuntiva entre el derecho a la tristeza o a la felicidad, para gozar de ésta última; para gozar de la libertad.

Entonces, amigo mío, descubramos cada uno cómo evolucionar hasta devenir en nuevos ciudadanos con nuestros felices deberes hacia el prójimo.
Un abrazo

Inteligencia Media

Querido amigo:

A menudo nos excusamos en nuestra falta de inteligencia para no realizar determinadas labores de elevada complejidad. Pensamos que poseemos una inteligencia media, y que se necesita una inteligencia por encima de la media para acometer dichas tareas.

Nuestra inteligencia cuenta con una componente hereditaria y con otra racional. Esto es, nuestro cerebro hereda genéticamente unas cualidades, pero la explotación óptima de las mismas depende de cómo lo utilicemos. El cerebro de una persona muy inteligente no difiere físicamente mucho del nuestro. Por lo tanto, cualquiera de nosotros puede sacarle mayor rendimiento al cerebro, aprendiendo a utilizarlo adecuadamente.

La componente racional de nuestra inteligencia implica una mezcla de observación activa de nuestro entorno, de concentración y de método u orden de pensamiento. Es decir, potenciamos nuestra inteligencia cuando nos concentramos en la observación de lo que nos rodea y estructuramos nuestros pensamientos para resolver cuestiones cada vez más complejas. La concentración favorece la memoria. Los mecanismos de pensamiento son múltiples: inductivo, deductivo, creativo, etc…

El premio Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, defendía que una voluntad bien orientada cosechaba mayores rendimientos que una gran inteligencia desordenada.

Un abrazo

domingo, 3 de octubre de 2010

Orientalismos

Querido amigo:

Las milenarias culturas orientales atraen el interés de los occidentales, siempre aureoladas de un halo de sabiduría. El frenesí contemporáneo, que nos lleva de aquí para allá como muñecos al viento, se pliega ante filosofías que predican el respeto por la Naturaleza, la riqueza de la vida interior, la meditación, la contemplación, la compenetración entre cuerpo y alma, la paz, la vida sosegada, la alimentación saludable, la armonía, los pensamientos benignos, etc....

Muchos occidentales, hastiados por los males de la sociedad actual, buscamos amparo en tales filosofías para sosegar y ordenar nuestras vidas. Olvidamos que en nuestras raíces occidentales poseemos también valores que armonizan con los misticismos orientales, que conducen igualmente al saber espiritual de nosotros mismos, de nuestro papel en la vida, en la Naturaleza.

No importa tanto que adoptemos los cánones orientales o que profesemos nuestra tradición occidental, sino el hecho de emprender la búsqueda de nosotros mismos. De nada valen las parafernalias místicas si no las acompañamos de una vera revolución en nuestra forma de enfocar la vida. Las coincidencias entre filosofías orientales y occidentales no es pura casualidad; comparten un fin, tras miles de años de sabiduría. Amigo mío, sea por Levante o por Poniente, hallemos nuestro propio camino para encontrarnos, al final del mismo, para siempre en la Sabiduría.

Un abrazo

Tono

Querido amigo:

La ciencia pregona que el cerebro humano heredó de nuestros ancestros una especial sensibilidad para escrutar las amenazas que potencialmente nos acechan de entre toda la información que captamos en nuestro entorno.

En nuestra vida diaria interaccionamos entre nosotros de muchas maneras, aunque principalmente percibamos tres: la palabra, la mirada y el tacto. En realidad, la comunicación entre nosotros traspasa insospechadas fronteras físicas y espirituales, mas la ciencia no puede dar fe de todas, pese a que todos nosotros las experimentemos a menudo.

A veces, amigo mío, descuidamos el tono de nuestras palabras, miradas y contactos, activando así las alertas en los cerebros de quienes nos rodean. A veces, amigo mío, la diferencia entre un tono cordial y un tono agrio no nos es casi perceptible. Por todo ello, ahora que nos consta que somos seres susceptibles por Naturaleza, nos podríamos plantear si vale la pena ser indulgentes ante desvíos de tono, en lugar de sacar las uñas.

Un abrazo

sábado, 2 de octubre de 2010

Esperas

Querido amigo:

La sabiduría popular reza que el tiempo es oro. Quizás por ello, como nos pasamos gran parte de nuestras vidas esperando, nos lacera más ese tiempo que fluye para no volver jamás.

Esperamos y esperamos.... Cuando niños, anhelábamos crecer. Hoy, aguardamos nuestro turno en innumerables filas... ; a que llegue una cita impuntual...; a un golpe de suerte...; a que nos rescaten de la rutina...; ansiamos que llegue tal fecha, o llegar a un destino tras un largo viaje.

Los seres humanos nadamos en el tiempo, que nos arrastra hacia el futuro... Sin embargo, todos poseemos, amigo mío, el don de dilatar o contraer el tiempo a nuestro antojo. Mientras esperamos, tantas veces nos parecen eternos unos pocos minutos, unos días, unos meses..., porque íntimamente consideramos tiempo de mala calidad nuestra espera. Enfrascados en nuestras más queridas labores, los minutos parecen volar.

Sea esperando o concentrado en cualquier otra actividad, el tiempo siempre tiene el mismo valor. Si en nuestro sino hemos de esperar, amigo, que la espera nos sea leve, aprovechando cada instante de la misma.

Un abrazo

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mente y Fantasía

Querido amigo:

Vamos a experimentar. Vamos a descubrirnos un poco mejor. Nos propondremos un reto: desoxidar la fantasía. ¿No te gustaría volver a sentir que todo es posible -como en tu infancia-?

La fantasía forma parte de nuestros mecanismos mentales, mas la sociedad tiende a burlarse de ella... estar en Babia, estar en las nubes, etc... Sin embargo, si miramos a nuestro alrededor encontraremos por doquier los dulces frutos de la fantasía.

¿Por qué erradicar la fantasía de nuestra inteligencia? Desde luego que la fantasía sin control puede dificultar nuestra convivencia en sociedad, pero en dosis más o menos generosas la fantasía nos humaniza y nos hace más felices.

El experimento consiste en entregarnos un tiempo cada día a brujas y lobos, hadas, duendes, alfombras voladoras, romances, inventos, aventuras en tierras ignotas... Dentro de unos días se nos revelaran interesantes conclusiones; contemplaremos el mundo desde más altura, pues fantasear es una de las mejores gimnasias mentales.

Un abrazo

sábado, 25 de septiembre de 2010

Nuevo mundo

Querido amigo:

Me gustaría invitarte a imaginar un mundo diferente. ¿No crees que el actual puede aún evolucionar mucho a una sociedad más ecuánime? Efectivamente, hasta hoy todo se ha medido en términos pecuniarios, quedando a oscuras todo aquello que el dinero no sabe evaluar: sentimientos, emociones, paisajes, tradiciones, artesanías, etc...

No faltarán ocasiones en la vida en las que nos sintamos víctimas del dinero, porque como personas vivimos entre pasiones y sentimientos que los intereses económicos ignoran, no entienden, ya que la rentabilidad y las emociones hablan distintas lenguas.

Amigo mío, imaginemos juntos un mundo en el que reemplacemos la rentabilidad por la solidaridad; la inversión por la esperanza; los intereses por la ilusión; las cuentas bancarias por nombres propios; los réditos por sonrisas...

Un abrazo

miércoles, 18 de agosto de 2010

Felicidad

Querido amigo:

¿Qué entiendes por felicidad? De seguro se te ocurren muchas definiciones, las cuáles, a su vez, disentirán de las formuladas por otras personas. Sin embargo, tal vez podamos clasificar las definiciones en dos grandes grupos: por un lado las “dependientes”, o vinculadas a un suceso, una persona, o un objeto; y por otro lado las “independientes”, o libres de cualquier requisito material.

Así, por ejemplo, si asociamos nuestra felicidad a la cercanía de un ser amado, o a la consecución de un hecho que nos reporte un beneficio, o a la posesión de un objeto determinado, subordinaremos nuestra felicidad a casuísticas extrínsecas a nosotros mismos. Al contrario, la felicidad “independiente” implicará la aceptación de nuestra propia condición intrínseca –somos quienes somos, en armonía con nuestro entorno-.

En el fondo, ambas categorías de felicidad se interrelacionan, ya que la “dependiente” determina el entorno en el que hemos de armonizarnos y aceptarnos a nosotros mismos para alcanzar la felicidad “independiente”. Entonces ¿podemos ansiar la felicidad en cualquier entorno? En efecto, si logramos independizarnos de lo extrínseco y asumir nuestra existencia tal y como la percibimos. Por tanto, para aceptarnos a nosotros mismos hemos de conocernos a nosotros mismos; y para librarnos de lo extrínseco, hemos de renunciar. A la hora de renunciar, discerniremos entre lo esencial y lo superfluo. Una vez más, para identificar lo esencial para alcanzar la felicidad, hemos de conocernos muy bien a nosotros mismos.

Amigo mío, la felicidad pasa por conocernos a nosotros mismos, aunque hay entornos en los que se plantea más difícil realizarla. Parece imposible sentir la felicidad en medio de una guerra o de la miseria extrema y, sin embargo, hay personas felices. Parece imposible no ser feliz en una ciudad del primer mundo –con todas las necesidades cubiertas- y, sin embargo, hay personas infelices.

Un abrazo

martes, 17 de agosto de 2010

Viajes

Querido amigo:

Los hombres peregrinamos desde tiempos inmemoriales. Nos impulsa un irreprimible anhelo por viajar y descubrir. La literatura ha glosado grandes metáforas sobre viajes al fondo del corazón humano.

Los viajes desentrañan mente y corazón. Nos abstraemos de la rutina, atraídos por lo desconocido, por el cambio, por el deseo de vivir otra vida. Revivimos el sabor de la aventura, tal vez olvidado en nuestra memoria de infancia, y rejuvenecemos a cada paso que nos distanciamos de la rutina que abandonamos. Descubrimos los pétalos que cubren nuestra mente, ávida de nutrirse con acentos foráneos, remotas villas e historias por contar. ¡Cuántas grandes ideas habrán brotado en el transcurso de nuestros viajes!

En nuestras vidas, se suceden acontecimientos que predestinan nuestro futuro. Así, querido amigo, cuando te presentaron a tal, te convencieron para acometer lo que nunca te habías imaginado, o un desconocido te regresó lo que se te había caído del bolsillo, decidiste no tomar ese tren, o te extraviaste por aquellas angostas callejuelas…; en esos instantes se intersectaban las líneas de nuestro destino, inaugurando nuevos “egos” que se superponían a nuestras personalidades.

Viajamos, a veces, sin percatarnos de ello. Quizás no salimos de nuestro hogar, de nuestro pueblo, pero cada día –por avivar el deseo de explorar- redescubrimos el mundo que nos rodea, y nos reinventamos a nosotros mismos. Leemos, escuchamos los medios de comunicación, viajamos con la fantasía sin alejarnos del hogar, estimulando el apetito por el cambio.

Un abrazo

jueves, 12 de agosto de 2010

Novelas

Querido amigo:

A menudo, muchas películas, muchas novelas, culminan con un gran suceso: los amantes que se reencuentran; el deportista que alcanza la gloria; el héroe que salva a todo el regimiento, etc… Muchas veces, tras tan emotivos finales, no podemos evitar lamentarnos de lo poco novelescas que resultan nuestras existencias. ¿Qué le importa al gran público lo que hacemos?

Sin embargo ¿nos atrevemos a imaginar cómo prosiguen las películas después del gran final? Es posible que los amantísimos enamorados, al regresar a sus vidas cotidianas después de haber corrido tantas aventuras, terminen postrados en el ostracismo; que el deportista caiga en depresión ante la incapacidad de emular otro triunfo como el ya alcanzado; que el héroe envejezca -como todo el mundo-, y que acabe en oficinas, gestionando el papeleo de otros soldados más jóvenes y ávidos de aventuras.

En el fondo, la humanidad siempre se ha alimentado de historias ajenas. “El derecho a vivir la vida de otros”, nos decía un maestro en sus clases. Tal vez, amigo mío, nuestras vidas sean más novelescas de lo que creemos; todo depende del talento con el que las miremos. Al menos, nuestras alegrías y nuestras penas son reales, de carne y hueso, y sólo por eso, merecen ser compartidas.

Un abrazo

martes, 10 de agosto de 2010

Pies

Querido amigo:

¡Cuántas veces hemos escuchado “poner los pies en la tierra”! La sabiduría oriental cuenta que los órganos de nuestro cuerpo encuentran su reflejo en las plantas de los pies. Cuando caminamos, inmersos en nuestros quehaceres diarios, no reparamos en las plantas de nuestros pies.

Hoy, podemos plantearnos un breve experimento. Por un rato, despejemos la mente; concentrémonos lo más posible en nuestros pasos. Plantemos cada pie en el suelo con lentitud otoñal, con la suavidad de las hojas caducas al despedirse del árbol, experimentando el peso de nuestro cuerpo gravitando de un pie a otro, despegando cada pie con idéntica quietud, en silencio, como si acecháramos… No olvidemos acompasar nuestros pulmones a nuestros pasos.

Descubriremos un paraíso de sensaciones. Toda vibración que corra por el piso, voces, un murmullo de viento, otros pasos, etc… ondas mecánicas que nos estremecen, que nos recuerdan la consciencia de vivir, vivir sintiendo, vivir resonando. Convertimos en orejas nuestros pies. Si entornamos los párpados, convertimos en ojos los pies: luces fugaces que no son sino haces gravitatorios que nos atraen al firme. Vibraciones de siete mil millones de seres que estremecen los mantos estratigráficos para confluir en el núcleo terrestre.

El experimento cobra mayor intensidad si tratamos de mantener uno de los pies en equilibrio, convirtiéndonos en un pulso latente a merced del aire ingrávido, como si voláramos. Todo juego de equilibrio que nos atrevamos a realizar intensificará la experiencia.

Un abrazo

domingo, 8 de agosto de 2010

Invisibles

Querido amigo:

¿No has notado que a veces somos invisibles? Efectivamente, cuanto mayor acumulación humana, mayor número de invisibles. Salimos a las calles de nuestra ciudad, congestionadas de peatones y tráfico; nadie repara en nosotros.

Desaparecemos hasta que topamos con alguien que nos conoce. Muchas veces, no importa que hayamos intercambiado o no cuatro palabras con dicha persona -buenos días, buenas tarde, etc...-, esa persona ya se ha familiarizado con nuestro rostro, con nuestros gestos. Ya no somos invisibles.

En poblaciones más discretas, los vecinos no suelen ser invisibles porque hay más interacción entre ellos. ¿Nos hemos fijado en cuántas personas son invisibles a nuestros ojos? Personas que sistemáticamente se cruzan con nosotros, y para quienes estamos ciegos.

Amigo mío, lanzaremos una campaña para arrebatar a nuestros vecinos del vacío invisible. Abramos los ojos, abramos la fantasía. Cada cara, cada mirada furtiva descubrirá a alguien complejo y lleno de dichas y ddesdichas... Alguien, tal vez, tan visible como nosotros...

Un abrazo

Gloria, éxito y fama

Querido amigo:

De la fama, de la gloria, intuimos que ensalzan a las personas hasta los cielos de la libertad y la felicidad. El éxito, la fama, la gloria, la victoria,.... como si ascendiéramos al olimpo desde el cuál contemplamos la Tierra a nuestros pies.

En realidad hay matices. Por ejemplo, la fama puede alcanzarse por vías acertadas y por vías erróneas. Hay famosos en los que no desearíamos vernos encarnados. En cuanto al éxito y a la gloria, siempre tienen un precio. A veces, muy alto.

Abandonemos la frívola imagen de la gloria como un "César laureado", objeto de la estima de sus congéneres. La gloria no arranca a nadie de la soledad de su propio ser. Sólo el amor, con el que cada uno nos volcamos en los demás puede ahuyentar nuestra soledad.

Querido amigo, en contra de la creencia que divulgan los medios de comunicación, la gloria require mucho esfuerzo, empeño y concentración. El precio que pagamos por triunfar nos fuerza a sacrificar nuestra vida personal. Un precio muy alto.

La gloria significa un éxito relativo, pero el vero éxito se alcanza en nuestro día a día; éste no cosechará el reconocimiento global, sino el de aquellos que más queremos, que en realidad es el más pleno y sublime reconocimiento al que puede aspirar cualquier ser humano. Al Olimpo sólo se llega cuando, sin perseguir ni gloria ni éxito ni fama, obramos amando lo que hacemos, obramos por los demás. El Olimpo es humano, ama. Lo deshumanizado no alcanzará jamás el Olimpo, por mucho que se esfuerce.

Un abrazo

Circunstancias y Empatía

Querido amigo:


Hace un tiempo reflexionábamos sobre la empatía. Empatía, como un sentimiento recíproco de confianza, fruto de un intercambio equilibrado de sentimientos.

Sin embargo, cada día tropezamos con otras personas con las que no empatizamos. Amigo mío, ¿hemos pensado qué haría falta para querer a esas personas? ¿Cuánto tiempo duraríamos sin hablarnos en una isla desierta? ¿Terminaríamos por llamar amiga a esa persona?

Siguiendo este razonamiento ¿cuántas de nuestros amigos no lo serían si cambiaran las circunstancias en que brotó la confianza entre vosotros? Muchas veces, al reencontrarnos con un amigo después de mucho tiempo, hemos sentido la decepción de haber extraviado en el tiempo la confianza que forjamos mutuamente. Nuestros amigos, como nosotros, evolucionan en función de sus circunstancias. La circunstancias modelan nuestro carácter y nuestra visión de la vida. ¿Hemos perdido nuestra empatía?

En realidad no. Empatizar, quizás, implique comprender los sentimientos del prójimo en sus propias circunstancias, y lo más importante de todo, respetar tales sentimientos. Por tanto, en una isla desierta, dos personas razonables, por muy distintas que sean, terminarán por empatizar -sólo es cuestión de tiempo-, ya que las circunstancias los han unido abstrayéndoles de sus vidas anteriores. Podemos concluir que todos somos susceptibles de empatizar, sólo que tenemos que poner de nuestra parte para entender nuestras circunstancias.

Un abrazo

Mundo Ideal

Querido amigo:

En un mundo ideal, todos los seres humanos confraternizaríamos. No existirían los siete pecados capitales: ni ira, gula, envidia, soberbia, lujuria, pereza ni avaricia. No habría pobres, ni hambre en el mundo. Cada uno de nosotros se consagraría a los demás a través de su trabajo, satisfaciendo a la par su vocación. En un mundo ideal, por tanto, debería existir el exacto número de especialistas para cada área de la ciencia, para cada oficio...; de modo que no quedaran vacantes, ni tampoco sobraran. Si sobrara alguien, no podría realizarse como persona, no alcanzaría la felicidad, no habría un mundo ideal.

En un mundo ideal no habría problemas de convivencia, porque todos compartiríamos idénticas costumbres, credos. No habría motivos para pronunciar las palabras "vergüenza", "intimidad", "privado", "decoro", "justicia", "ignorancia", etc... Lo ideal desnaturaliza tales conceptos. Por ejemplo, no tendría sentido que habláramos de justicia en un mundo en el que todo se administra a la perfección, en donde no padecemos los siete pecados capitales.

En un mundo ideal, cada hombre ideal se enamoraría de su mujer ideal, lo que implicaría que cada mujer ideal se enamoraría de su hombre ideal. Tampoco habría celos, porque no se comprendería el concepto de deslealtad.

Posiblemente, en un mundo ideal todos nos pareceríamos en carácter, por lo que podríamos comprender que el amor surgiera sin que hombres ni mujeres repararan en sus físicos, pero objetaríamos que, albergando todos idénticos sentimientos, se nos dificultaría escoger a nuestra pareja ideal. Pero, en fin, si el mundo es ideal... el amor también será ideal.

Querido amigo, ante la comunión de pareceres, sentimientos y creencias, en un mundo ideal no habría necesidad de artistas que descubrieran los detalles de la vida; no habría melancolía ni desamor, ni amor a que cantar. La poesía carecería de razón de ser.

Y viviríamos muchos años, porque habría remedio a toda enfermedad; feneceríamos junto a nuestra pareja, con la que habríamos concebido el perfecto número de hijos e hijas. En un mundo ideal los decesos igualarían a los natalicios, para que la población global no rebasara la capacidad de producción de la Naturaleza.

Y nos vestiríamos todos igual, comeríamos todos del mismo rancho, y no precisaríamos distracciones, porque careceríamos de tiempo para aburrirnos; siempre trabajando felices por los demás.

¿Aún deseas vivir en un mundo ideal?

Un abrazo

jueves, 29 de julio de 2010

Libertad Joven

Querido amigo:

¿Es la libertad sólo para los jóvenes? Entendámonos, jóvenes como nosotros, que no perdemos la curiosidad. Jóvenes, en tanto que intentamos desafiar al miedo.

¿Es eso la libertad? ¿No temer a nada? ¡Qué difícil no temer a nada! ¿No tememos por la salud, por nuestros seres queridos, por que no se cumplan nuestros proyectos, a perderlo todo, etc...?

En verdad que nos resulta complicado vivir sin temores; gozar de la libertad en su plenitud. En realidad, si nadie nos importara, si viviéramos despreocupadamente sin ocuparnos de nada, acabaríamos en las redes de nuestro propio egoísmo. Por tanto, la plena libertad se halla inalcanzable, ya que somos espíritus con vocación al amor, lo que no nos deja indiferentes ante la realidad que nos rodea.

Sin embargo, jóvenes como somos, animados de una curiosidad sin fin, de sed de conocimiento, de amor, vivimos la libertad, por acercarnos a la verdad de la vida y a nuestro papel en ella. Los viejos, quienes han renunciado a seguir creciendo -independientemente de si tienen 20, 30 años..., o 90 años- no conocerán lo que la vida espera de ellos, ni siquiera lo que ellos esperan de la vida. Su prisión se la han levantado ellos mismos. Temen y temerán siempre a perder su engañosa "estabilidad". No son libres, pues viven atados a su propio inmovilismo. Así pues, amigo mío, la libertad atañe tan sólo a los jóvenes.

Un abrazo

miércoles, 28 de julio de 2010

Sentido del Humor

Querido amigo:

Muchas veces hemos ensalzado al amor como el arma más temida por el autoritarismo. Además del amor, existe otra amenaza frente al autoritarismo: el sentido del humor.

El autoritarismo domina con gritos, amenazas, sembrando el miedo. Ignora que el respeto no se impone, que el cariño no se fuerza, ni se compra, ni se alquila. La autoridad emana de la justicia y no de la sinrazón. Nadie nos puede obligar a amar a alguien.

El autoritarismo -que no la autoridad-, esto es el poder irracional, persigue al sentido del humor porque éste no teme, porque éste lubrica la verdad, y ésta resbala a campo abierto. El autoritarismo odia tanto al humor, que incluso lo ha extirpado de sí mismo.

El sentido del humor, la risa en concreto, nos libera de tal forma que encaramos con mayor confianza toda adversidad. El autoritarismo es una adversidad, y pugna contra toda libertad.

Un abrazo

lunes, 19 de julio de 2010

Humilde Silencio

Querido amigo:

No hay manifestación más sublime de la humildad como el silencio. Guardo silencio para prestar máxima atención a cuanto tienes que decirme. Callo también, cuando tus palabras no reflejan tus actos; y siempre que yerras, mi silencio fraterno me recuerda cuántas veces yerro también.

Mudo ante la vida, no anidan en nosotros palabras de censura, sino miradas de comprensión. Humilde silencio, que portas los ecos del alma. Nuestro silencio no miente, no es cobarde, afronta la verdad.

La humildad tiene su antagonismo en la hipocresía. Nuestro silencio meditado, acaricia al ser amado. Silencio, que procedente de lo hondo, ahondas más allá de las efímeras palabras. Silencio eterno, tan elocuente. Silencio sereno, cándido fruto de un espíritu en calma.

Un abrazo

domingo, 18 de julio de 2010

Simetría

Querido amigo:

Nos gusta la simetría, nos serena el orden que conlleva. El caos, el desorden, en cambio, nos fatiga e irrita. Nos apacigua la simetría en todos los órdenes: la justicia, el equilibrio, las relaciones, las formas, los jardines, ... Tendemos a alinear nuestras vidas con cierta armonía, y tal ha de ser equilibrada.

Sin embargo, a menudo las circunstancias socavan dicha armonía, quiebran la simetría. Entonces nos angustiamos hasta reparar los equilibrios entre los cuales nos sentimos seguros.

La Naturaleza, amigo mío, no se rige por cánones simétricos. La simetría es un ideal humano, que tiene un reflejo lejano en la Naturaleza; pero no es fiel a la Naturaleza. El cuerpo humano no es simétrico, ni hay simetrías en los reinos vegetal y mineral.

Tal vez hayamos de acostumbrarnos a ese desorden. Hemos, de hecho, de convivir en el desorden. Hay desórdenes tolerables, muy hermosos, y otros que no pueden soportarse. En la Naturaleza, el caos es sublime, maravillosamente enriquecedor. En las relaciones humanas, el caos es una tortura. El desasosiego que nos induce, nos llevará a perseguir el equilibrio. Las relaciones humanas, por ser humanas, son susceptibles de cambiarse, de equilibrarse.

Un abrazo

sábado, 17 de julio de 2010

Más cambios

Querido amigo:

Una vez más te propongo una reflexión sobre los cambios. ¿Cuál es su origen? En realidad, el origen es una combinación: cambiamos nosotros, como observadores, y cambia también lo observado.

Sin embargo, los cambios que experimentamos nosotros mismos, resultan harto más difíciles de detectar. Cuántas veces nos decepcionamos al volver a un lugar, tras larga ausencia, pues no creemos hallarlo tal y como lo evocábamos. ¿No admitimos que algo se ha transformado en nuestra mirada? ¿Que nuestra mirada no es eterna?

No obstante, hay lugares eternos. Aquellos que nos sobrecogen siempre. Hay personas eternas, también. Palabras y melodías eternas... Son perfectas, por eso son eternas. Son eternas porque el Tiempo ya no puede vencerlas. Eternas, porque siempre se presentan ante nosotros en su sencillez deslumbrante, indistintamente de cuánto hayamos cambiado nuestra mirada.

Posiblemente, también, son eternas porque cambian al mismo ritmo que nosotros, y por tanto no somos capaces de percibir los cambios. Eternas porque, seguramente, las contemplamos con lo más perfecto y eterno que late en cada uno de nosotros. En este caso, los observadores eternizamos lo que amamos; en este caso, quizás, podemos vencer al Tiempo.

Un abrazo

viernes, 16 de julio de 2010

Verdaderamente, nosotros

Querido amigo:

Hoy volveremos a sumergirnos en nosotros mismos. ¿Desde cuándo eres tú? ¿Cuándo fuiste tú por última vez?

Muchas personas toman vera conciencia de sí mismos cuando descubren que sus vidas tiene los días contados; que más tarde o más temprano, esto se acaba. ¿Cuándo surge esa pregunta?

Desde el día que nos alumbran, los seres humanos emprendemos un camino, largo camino de maduración. Las metamorfosis del cuerpo suceden en paralelo a las del espíritu. Emergen, progresivamente, las grandes cuestiones. Posiblemente, heredemos en nuestros genes tales preguntas sin certera respuesta. Nuestros tatarabuelos -por poner un ejemplo- también crecieron sembrándose el alma de las mismas dudas ante la vida.

¿Cuando somos nosotros mismos? ¿Los auténticos? Cuando vivimos satisfechos de cómo somos, cuando nuestra personalidad alcanza su zénit.

Otras personas creen experimentar esta "auténtica revelación de sí mismas" cuando sienten que la vida nada más puede ofrecerles. Hay quienes, en cambio, nunca sabrán quiénes son ni qué personalidad les impulsa. Hay quienes, habiendo conocido épocas de máximo apogeo de personalidad, evolucionan luego sin llegar a volverse a reconocer a sí mismos.

¿Y tú, querido amigo? ¿Ya sabes quién eres? ¿Eres feliz así? ¿Todavía no se ha forjado tu personalidad? No hay prisa. ¿Darías lo que fuera para volver aser como hace....?

Un abrazo